UN DÍA ANTES DEL GRAN FESTEJO…

A unas cuantas horas del gran acontecimiento que he esperado por años, no sé cómo expresar mi emoción y mi alegría. Quisiera recordar el momento exacto en el que algo dentro de mí me inspiró a estar aquí hoy, a estar ahí mañana. El Zócalo de la Ciudad de México ha sido siempre una especie de lugar sagrado y mágico, el magno evento de mañana se festeja UNA VEZ cada cien años. No es fortuito estar ahí, y no es sólo el cumplimiento de un sueño. Es la mano del destino, es la voluntad de Dios.

Como dije anteriormente, me gustaría saber cómo llegó a mi mente y a mi corazón ese deseo de festejar nuestro Bicentenario. A veces estoy tan segura de haberlo esperado por años, muchos, muchos años. Cuando me invade la idea de la reencarnación, siento que viví hace cien años, y que de alguna manera fui parte de esa lucha. En dos ocasiones lo he soñado muy claramente y soy una persona que cree mucho en sus sueños, en sus deseos, en las cosas que le inspira su corazón, en los ardientes pensamientos que taladran mi mente, en las voces íntimas que me empujan a lanzarme a lo desconocido, como la determinante voz de don Miguel Hidalgo aquél 16 de septiembre de 2010.  Algo dentro de mí me dijo siempre que debía estar aquí, vestida con un traje regional. Aún no se ha cumplido la misión, pero faltan unas cuantas horas, y con la ayuda de Dios así será. Dentro de mí surgieron esas voces también, ese enorme deseo de regresar a Guanajuato, de conocer el pueblo de Dolores para de alguna manera completar el círculo. Lo cierto es que el círculo no estará completo hasta que conozca Morelia y otros lugares importantes en los que se sucedieron los acontecimientos de la lucha por nuestra Independencia, pero creo haber avanzado bastante. Con tristeza miro hacia atrás y veo la forma tan terrible en la que se nos enseña la historia. Ya lo dije antes, pero quiero repetirlo…¡Por Dios! ¿Por qué no se nos enseña a amar a nuestro país? En la escuela la Historia es simple, monótona y aburrida, no se nos enseña a admirar a nuestros Héroes ni a seguir su ejemplo. Para pasar la materia sólo es necesario aprendernos nombres y fechas. Es terrible. Y sobre todo, triste.

Porque no hay nada más hermoso que recorrer tu país y conocerlo, y amarlo, y aprender de Él, y descubrir su Historia con tus propios ojos y oídos y darte cuenta de que los maestros cumplieron en transmitir la historia oficial y los libros de texto si acaso te acercaron un poco a los datos que nunca supiste si eran exactos, pero los memorizaste. No hay más libertad que esta, de darme cuenta de que no sólo soy mexicana por nacimiento o porque un papel o la misma Constitución lo digan, sino que lo soy por elección, y sobre todo, por amor.

Hoy festejo en el corazón de México como una hija amorosa, esa grandeza, esa belleza de mi país, del que formo parte, y que forma parte de mí. Ese país al que amo y del que me siento orgullosa. Y no porque me lo diga el gobierno ni la televisión, sino porque ya lo conozco, y lo amo, y me duelen las cosas negativas por las que pasan, pero que no son motivo para darle la espalda a todo lo bueno que nos ha dado, a todo lo maravilloso que gracias a Él disfrutamos.

Estoy profundamente agradecida y conmovida por esta oportunidad sin igual, que no volverá a repetirse. Y no festejaré dos días. Festejaré ser mexicana hasta el último día de mi vida. A veces me pregunto ¿Cómo puede caber todo México en mi corazón?

MÉXICO: Soy inmensamente feliz por ser parte de TU Historia. ¡GRACIAS POR TODO! No puedo sino retribuirte con todo mi ser, con toda mi alegría, con todo mi corazón…

Publicado en IDENTIDAD | 1 Comentario

Un brindis por…¡MÉXICO!

 

¿Será lo más fácil: cerrar el capítulo de un año lleno de heridas, el de una década completa en el que un futuro alentador para el país no se encuentra por ninguna parte? Cerrar esos capítulos, dejarlos en el olvido y empezar de nuevo, ¡Sí! Siempre se nos da la oportunidad de empezar de nuevo, no importa lo pasado, hay que dejarlo atrás…

Lamentablemente, no es así, porque el pasado deja huellas y cicatrices, porque para algunos es una carga que tienen que seguir llevando sobre la espalda y porque nos guste o no es sobre el pasado sobre lo que construimos y edificamos el futuro. El pasado se prolonga hacia el futuro indefinidamente porque nuestros actos y nuestras decisiones pasadas influyen definitivamente en todo lo que nos suceda en el futuro.

Pero ¿qué sucede cuando miras la situación del país al que amas tanto y preguntas: “Dios, no he hecho nada para que se encuentre en tan malas condiciones”? ¡Mi país no merece esto! Lo cierto es que la última noche del año es una noche en cierta forma desalentadora porque me doy cuenta de que yo no he hecho nada más que amar a México y no ha servido de nada, lo noto cada vez más herido, más enfermo, más afectado por la maldad y la ambición de seres sin alma que han tomado el control y de cuyas decisiones dependen incluso nuestras vidas.

Es muy triste y muy difícil reconocerlo, pero lo cierto es que hemos llegado a un punto tan trágico en el que nuestras vidas, nuestros sueños y nuestro planes futuros ya no dependen de nosotros, sino de esas organizaciones delictivas que continúan reproduciéndose en el país de forma alarmante, año tras año. Parece no haber esperanza de que algún día algo o alguien logren erradicarlas, por el contrario, parecería que seguirán multiplicándose porque el mismo mexicano común y ordinario propicia esa multiplicación mediante la corrupción y la mediocridad.

Es tan lamentable salir a la calle con miedo, sentirse vigilado, propenso a que en cualquier día, a cualquier hora y en cualquier lugar te cruces en el camino de estos criminales y que por el mínimo motivo terminen con tu vida nada más porque pueden, porque han obtenido ese poder a base de tanto terror sembrado, porque el miedo es otro factor que les ayuda a seguirse propagando a lo largo de todo el territorio mexicano, porque nadie puede hablar ni hacer nada en su contra, quien lo haga estará inevitablemente sentenciado. Vivir de esta forma, en esta era del terror no es fácil, es incomprensible, sobre todo para quienes conocimos la paz y la tranquilidad en aquéllos tiempos en lo que no te daba miedo salir a la calle y en los que podías dormir en casa sin la preocupación de que alguien entrara a ella a robarte y a matarte.

Hace algunos meses escribí “Todo aquello por lo que vale la pena vivir se ensombrece cuando sentimos la maldad cercándonos sin poder hacer nada por evitarlo”, y lo cierto es que no puedo evitar sentirme así: ensombrecida, decaída, pesimista respecto al futuro de mi país porque baso esos sentimientos en lo que escucho y en lo que veo. ¿Cómo es posible que hayamos caído tan bajo que la felicidad de tener una familia se vea truncada cuando estos maleantes sin la menor consideración y sin ningún motivo matan a cualquier miembro de ella? Para estos sujetos no existen los niños, ni los ancianos, ni las madres, ni la Navidad…todo eso carece de sentido y de significado en sus vidas porque destruyen a todos por igual, en cualquier época del año. ¿Cómo podría importarles la Navidad si no creen en Dios? Sus únicos dioses son el dinero y el poder y por ellos son capaces de cualquier cosa. A nosotros nos parece difícil de creer que sean insensibles pero por supuesto lo son, alguien que ejerce la violencia de forma cruel y sanguinaria sobre cualquier ser indefenso no es capaz de sentir nada, es menos aún que un animal, porque los animales sienten y sufren aunque no tengan alma. Los criminales de hoy no solamente carecen de alma sino también de corazón, no son más que bestias, máquinas de destrucción programadas para aniquilar. ¿Cómo podríamos enfrentarnos a esto, está más allá de nuestras fuerzas, de nuestro control? Estamos completamente a su merced, dependemos de lo que ellos quieran hacer con nosotros y esa terrible situación es lo que realmente preocupa y deprime. Antes bien se decía que nuestro futuro y nuestro destino dependían de la voluntad de Dios y de nosotros, de nuestras propias decisiones. Ahora ya no es así del todo: también dependen de ellos, de estos seres malignos que se encuentran dispersados por todo el país, escondidos entre las sombras, armados y poderosos, crueles y despiadados. Sinceramente no es fácil empezar un año estando consciente de esto. Y de nada sirve tampoco en este momento ponerse a analizar las causas de esta situación, tantas veces ya mencionadas, tampoco es necesario enumerar las razones por las que no es fácil su erradicación. A fin de cuentas, esas causas y esas razones son las mismas y están totalmente a la vista. Lo único que no está a la vista son las soluciones.

Lo que sí es absolutamente válido en este momento, ¿y por qué no? es que a menos de una hora de que el año termine la gente olvide y festeje (siento decirlo de esta forma porque sé que las personas que perdieron seres queridos a manos de la delincuencia no olvidarán, ni festejarán) y su corazón rebose en buenos deseos, aunque sean solamente eso: deseos. Es válido porque cada quien enfrenta las situaciones de formas diferentes, para algunos son mecanismos de defensa. Otros viven tan alejados de la realidad que realmente no les importa o no les afecta, otros puede que tengan tragedias personales peores que les impidan ponerse a pensar en la situación del país (probablemente tampoco tendrán nada que festejar). A todos esos criminales supongo que les da lo mismo que empiece un año y que termine otro, tampoco creo que eso les cambie en algo la vida.

En lo personal, he entendido por fin que nunca saldré de mi infierno interior, pero eso no me impide sentir un dolor profundo por la situación de mi país y una impotencia terrible al no poder hacer nada. Es como ver el árbol de la vida devorado por termitas, talado por demonios, mirar cómo sus raíces se pudren…sentir el temor de que caiga sobre nosotros en cualquier momento o nosotros con él, quedándonos sin raíces también. Es de una esterilidad inútil pensar en todos esos parásitos que se alimentan de esta tierra y se dicen mexicanos pero no aman a México: los desprecio más que nunca porque se comen las sobras de lo que otros van destazando a su paso, no son más que antropófagos, carroñeros, antropófagos, hematófagos que se alimentan con la sangre de sus hermanos. ¿Cuándo veremos, como mexicanos, un país libre de todos esos seres malignos?

Y sin embargo, pese a todo, sigo esperando el dos mil diez porque está más cerca que nunca, y porque será un año histórico que he esperado pacientemente por mucho tiempo. Y porque contrariamente a los que dicen que “no tenemos nada que festejar” pienso que tenemos mucho que festejar (reto a los que me contradicen a que lean un poco de Historia de México, a que visiten sus museos, sus zonas arqueológicas y se adentren en lo que México realmente es y no lo que les enseñan en la escuela y en la televisión), aunque después de analizar todo lo que he escrito esta noche me doy cuenta de que es la primera vez que menciono a todas las personas que esta noche realmente no tienen un solo motivo para festejar y que también es la primera vez que decido festejar de una forma tan significativa a mi esperanza, esa esperanza que vive en mi como la única luz que no me ha permitido perderme cuando me siento en la más completa obscuridad, esa esperanza que me sostiene y que es definitivamente, lo último que muere, lo único que queda cuando te han quitado todo. Y en este caso no hablo por mí, que en realidad lo único que me han quitado hasta ahora aparte de la tranquilidad y la confianza es mi fe en la humanidad. Aunque sé que no la necesito, mientras tenga esa fe y esa confianza puestas en Dios no perderé tampoco esa esperanza. A Él es al único al que podemos acudir, implorar, suplicar por el futuro de este país que nos ha dado todo. ¡Sólo el poder de Dios es más fuerte que la maldad, sólo en sus manos y en su voluntad confío el destino de mi México amado!

¡Hoy, en ésta última noche del año brindo por ti, mi México querido, tan enfermo y tan solo, tan maltrecho y herido, porque este nuevo año te traiga alivio y consuelo; y el amor y el agradecimiento de aquéllos hijos que te han olvidado y a los que sin embargo sigues prodigando con devoción tu protección y tu cariño de Patria fecunda y amorosa!

 

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

CINEMATOGRAFÍA MEXICANA PARA EL DÍA DE MUERTOS

En el marco de estas fechas tan significativas para los mexicanos, he expresado mi sentir una y mil veces en contra de un festejo tan gringo y demoníaco como lo es el “jalogüín”. Por supuesto NO acostumbro ver películas gringas que fomentan el gusto por esta grotesca y sanguinaria celebración que nada tiene que ver con nuestras raíces y nuestra cultura. Me precio de valorar en  su justa medida las producciones nacionales de calidad que tratan el tema de los muertos, espíritus y fantasmas de una forma digna de nuestra mexicanidad, con creatividad y en algunos casos cierto humor negro. Si bien es verdad que el tema no es recurrente en la historia de nuestro cine y fueron pocos los directores que se atrevieron a abordarlo con seriedad y buenos resultados, también es cierto que no necesitamos pasarnos estos días frente a la televisión viendo asesinos seriales gringos que no mueren con nada y que por supuesto están protegidos por poderes satánicos. El tema de la muerte para ellos es tan diferente a nuestra propia concepción de la misma que podríamos sentarnos un rato a observar y ¿por qué no? a analizar estas producciones de manufactura nacional que si bien tal vez no nos aterroricen por lo menos nos mantendrán un buen rato en suspenso y nos harán saber que en México se pueden hacer películas de estos temas sin necesidad de recurrir a la violencia extrema de la los gringos hacen alarde porque por supuesto es su especialidad.

 

PEDRO PÁRAMO

Si bien es cierto que antes de ver la película es recomendable leer el libro, también es necesario tomar en cuenta que el libro fue escrito con un guión cinematográfico que en ocasiones resulta difícil entender. La historia se desarrolla en Comala, un pueblito polvoriento y olvidado, ideal para la proliferación de fantasmas. La mayoría de los personajes son complejos y profundos, especialmente y por supuesto, el de Pedro Páramo. Lo interesante de la historia es que conforme avanza la trama nos vamos dando cuenta de que Comala no es un pueblo fantasma, sino un pueblo habitado por fantasmas, en el que todos cohabitan naturalmente y en el que la mayoría se topa con este hijo de Pedro Páramo que lo anda buscando, todos hablan con él y él no se da cuenta de que se la ha pasado hablando con fantasmas. Interesante la personalidad de Pedro Páramo, mujeriego irremediable pero obsesivamente enamorado de Susana, atormentado hasta el final por su recuerdo, por el dolor de ese amor no correspondido a pesar de haber sido amado por tantas mujeres.  “¡Todos somos hijos de Pedro Páramo!” es una de las frases más célebres del cine mexicano.

 

 

MACARIO

Esta película está basada en una obra clásica que irónicamente, ni siquiera fue escrita por un mexicano. En lo personal el guión siempre me ha parecido de lo más original. Un historia en la que el personaje principal es la muerte, secundada por Dios y por el diablo y por supuesto en la que la ignorancia de Macario juega un papel central. Porque es cierto, Macario era un buen hombre, sencillo y sin más ambiciones que comerse un pavo entero él solo, pero era muy ignorante, y la ignorancia y el poder son una pésima combinación, por eso cuando tuvo el poder de curar y se enriqueció con él encontró su perdición y su desgracia. De antología son las escenas en la que Macario mueve una y otra vez la cama del hijo del virrey para evitar que la muerte se lo lleve, así como aquélla en la que corre desesperado sosteniendo entre sus manos la vela de su vida que se extingue. Las grutas de Cacahuamilpa, impresionantes. El final, bien pensado, lleno de una lógica bastante estructurada: Macario muere de una congestión después de haberse terminado solamente la mitad del pavo, y a uno como espectador le toda concluir si lo demás fue parte de un sueño o sucedió en una realidad paralela. Lo único cierto, inevitable, es el encuentro con la muerte; sin duda una película bien elaborada que te hace pensar si cuando llegue ese momento habrá de pasarte por la mente si toda tu vida no fue más que un sueño, del que la muerte te hará despertar.

 

 

EL ESCAPULARIO

Otra película muy bien elaborada en la que los elementos sobrenaturales se mezclan de una manera notable con el amor y con la fe. Es la historia de cuatro hermanos, una madre y un escapulario que juega un papel crucial en sus vidas –y en las muertes- de dos de ellos. Me parece también un guión inteligente y con una dosis interesante de suspenso, en la que los muertos hablan con los vivos, y a veces se confunden entre ellos.

 

 

LOS CUERVOS ESTÁN DE LUTO

Esta película tiene la genialidad de un humor negro claramente mexicano, delirante. Tres hermanos y una esposa fantasma esperan con cierta ansiedad la muerte del padre de la familia. Los acontecimientos que se suceden en torno a este hecho, aderezado por la presencia de los vecinos entrometidos y las ambiciones personales de cada hijo, dan como resultado este gran acierto de la cinematografía mexicana, cuyo final es perturbador y cómico a la vez. Excelente película.

 

 

HASTA EL VIENTO TIENE MIEDO

Por supuesto me refiero a la versión ORIGINAL, a la protagonizada por esas verdaderas actrices que fueron Maricruz Olivier y Marga López. Sinceramente, la primera vez que la vi sí me provocó cierto temor porque tiene una trama intrigante en la que no dejas de preguntarte qué es lo que va a suceder. Me parece también una película bien lograda, con un guión bien escrito y consistente, y con un final que va de acuerdo con lo que se propone desde el principio de la trama, sin dejar a un lado por supuesto las magníficas actuaciones de Maricruz y de Marga. Aún no logro entender a quién se le ocurrió hace pocos años hacer el refrito de esta historia cambiándole más de la mitad del argumento original y convirtiéndola en un verdadero producto de pena ajena, sobre todo si se la compara con la original.

 

 

EL LIBRO DE PIEDRA

A esta película también le hicieron un refrito hace algunos meses pero de ese sí no puedo hablar porque no tuve el disgusto de verlo (bastante tiempo perdí viendo el de “Hasta el viento…”). La versión de la que hablo es la protagonizada también por Marga López y Enrique Lizalde. En ella hay una niñita obsesionada con la amistad que hizo con un niño de piedra. Nadie le cree que la estatua hable y cobre vida, hasta que…No puedo negar que la primera vez que la vi (siendo una niña), el final me impactó.

 

 

EL ESQUELETO DE LA SEÑORA MORALES

Esta película es una obra magistral del humor negro mexicano. Es irreverente y en ocasiones perversa pero el ingenio con la que fue escrita te permite reír e incluso colocarte del lado del asesino –quien en realidad es la víctima- y al final, su propia víctima. Argumentos como éste reivindican a los creadores mexicanos y los reconcilian con el género. Ésta película es una muestra de todo lo que podría lograrse si los guionistas mexicanos se dedicaran más a la creación y no a la simple reproducción. Difícil tarea en esta era del copy & paste.

 

Cualquiera que tenga la oportunidad de ver estas películas se dará cuenta de que los cineastas mexicanos no tienen necesidad de recurrir a entidades monstruosas tales como demonios, poseídos, vampiros, brujas, momias, hombres lobos y demás para retratar los defectos y debilidades del ser humano. A diferencia de las películas gringas, en las películas mexicanas la fealdad del individuo se encuentra dentro y no fuera de él (como sucede en la vida real) y simplemente por eso deberían dar más miedo que cualquier maquillaje o disfraz. Pero como en todo, la gente se deja llevar por las apariencias, y en este mismo momento debe de haber miles de mexicanos sentados frente a la televisión viendo esas atrocidades gringas que en lo personal no me dan miedo, sino repulsión.

Publicado en CINE | Deja un comentario

HASTA LOS HUESOS



Excelente cortometraje mexicano acerca de la muerte, fabulosa interpretación de «La Llorona» a cargo de Eugenia León. La boa Quetzatlcóatl magnífica como siempre, la calaverita bebé me mata de ternura…

 



 

Publicado en Cortometraje | Deja un comentario

RECORDANDO A LOS NIÑOS HÉROES

Un año más que se cumple de aquélla horrenda invasión, de esa terrible profanación a la Patria. Un año más de aquéllos crímenes cometidos en contra de los jóvenes cadetes cuyo sacrificio parece haber sido cada día más vano, porque el injusto hecho de que quienes están al frente del poder (llámese gobierno) tengan precisamente la facultad de cambiar la historia y se tomen cínicamente ese derecho, han logrado cubrir con el polvo del olvido los fatídicos hechos acontecidos en el hoy histórico y emblemático Castillo de Chapultepec.Aún recuerdo aquéllos años en los que el día trece de septiembre eran día festivo. No asistíamos a clases, pero un día o unos días antes estudiábamos el suceso (¿cómo olvidar esos homenajes en los que, después de nombrar a cada uno de los Niños Héroes, el público oyente respondía: “¡Murió por la Patria!”). Sus imágenes, con el Castillo de Chapultepec de fondo aparecían entonces en los billetes de cinco mil pesos, y todos nos creíamos el mito de que Juan Escutia se había envuelto en la Bandera Mexicana y se había arrojado con ella hacia las faldas del cerro, para impedir que cayera en manos enemigas. Recuerdo perfectamente, por supuesto, la emoción que ese relato provocaba en mí. Al igual que muchos otros, admiraba a Juan Escutia más que a los otros por su valentía y aguerrido acto heroico. Me imaginé muchas veces la escena, llena de dramatismo. Cuando por fin pude ver el cuadro pintado dentro del Castillo me impresionó de verdad, sobre todo porque se encuentra en el techo del mismo, cayendo precisamente hacia el vacío, envuelto en la bandera.He escuchado decir en varias ocasiones: “¡No fueron héroes!” y “¡Ni siquiera eran niños”! ¡Cuántas veces quise callar esas necedades, pero entonces no tenía argumentos sólidos, sólo el amor por mi Patria…sólo la admiración que sentía por Juan Escutia!Hoy, después de tantos años, recordando lo que antes significaba este día me pregunto ¿en qué momento las lacras que siempre han manejado el país decidieron simplemente borrarlos de los libros de Historia? ¿El vil acto forma parte del servilismo hacia el maléfico imperio, de la indigna sumisión que les debemos a los gringos? ¿Acaso fue una condición impuesta por el país más poderoso y a la vez más podrido del mundo?Si, eso fue, y fue más que eso, una especie de pacto con el diablo. Sólo que esta vez no se le vendió gran parte del territorio: se les vendió una de las partes más dolorosas de la historia, en la que ellos por supuesto son los verdugos y en la que una vez más nuestro pobre país resultó herido, lesionado, mutilado por su infame sed de poder.Los Niños Héroes fueron, en primer lugar, héroes, porque aun conociendo la enorme desventaja en la que se encontraban, decidieron enfrentar al poderoso enemigo. Fueron héroes porque dieron sus vidas por la Patria, porque murieron defendiendo la soberanía de nuestro país y la gloria que significa ser mexicano.  Si la gente no entiende esto y no los considera héroes porque fueron derrotados y no lograron salvar la bandera ni mucho menos evitar que los gringos se pasearan con ella por el Zócalo después de haberlos asesinado me da mucha tristeza. La palabra “Héroe” tiene muchos matices, y en el caso de ellos se advierte en su heroísmo el sacrificio y la entrega, la donación de sus cuerpos heridos, de sus incipientes vidas a la Nación que todo les había dado, el agradecimiento eterno ensordecido por las metrallas, la caída dolorosa pero digna, la negación a un servilismo cobarde como el que México le rinde ahora a ese país del Norte que no cesa de utilizarnos, de humillarnos, de explotarnos como el más ruin de los amos. ¡Qué lástima que la gente que niega ese heroísmo no sea capaz de ver todo eso!Y fueron también niños porque ¿quién no lo es a los dieciséis años, a los quince, a los catorce, y más aún a los trece? Por supuesto que eran niños en más de un sentido y el hecho de que hubieran pertenecido al Colegio Militar no les hacía haber tenido ya vidas plenas y experimentadas. Tenían todavía mucho por hacer y por descubrir, la esperanza de una vida que el cruel invasor les arrebató sin piedad y sin razón alguna.¿Qué Juan Escutia no se arrojó a las faldas del cerro arropado por nuestra amada Bandera? Ahora todo mundo sabe que eso es un mito, pero es un mito hermoso. Un mito estoico e inspirador. Un mito que llama a la libertad, a la defensa del honor y de la justicia, de la soberanía y de la ley. Un mito que envuelve un inmenso amor a la Patria y al derecho de una vida digna como ciudadanos mexicanos. Un mito que aborrece y desprecia tanto al cruel invasor y a la demencial imposición de su reinado universal obtenido mediante el derramamiento de sangre y el uso de su fuerza bruta, como a la sumisión voluntaria, consciente, total, del pueblo mexicano al enemigo que en aquélla ocasión de una forma brutal y ahora de una forma sutil no busca sino el sometimiento, la esclavitud, la plena rendición de una nación dormida que le rinde culto a su coca cola, a sus fast food, a sus estúpidos programas televisivos, a sus ridículas modas, a sus michaels jackons, a sus deportes, a su música y a todo el resto de esa cultura de plástico que con tanta facilidad exportan. Si los Niños Héroes murieron por evitar eso, son más Héroes que nunca y si el gobierno trató de borrarlos de la Historia es porque siempre ha sabido que el pasado y el presente tarde o temprano convergen y se confrontan en algún punto del tiempo, de manera inevitable. Por eso para mí, el día de hoy no fue un día común, ni pasó desapercibido. No olvido ni olvidaré. No permitiré que los borren de la historia con la facilidad con la que los desparecieron de los libros y de los billetes, y si acaso lo único que puedo hacer es escribir al respecto, seguiré escribiendo, seguiré haciendo escuchar mi voz en el tiempo para que por lo menos alguien pueda ver las cosas desde otro punto de vista que no sea el del gobierno, que ahora ya está más que preparado para borrar de los libros el episodio más cruel de nuestra historia: el de la conquista.  ¿En qué clase de nación nos quieren convertir: en una sin identidad, sin cultura y sin pasado, de fácil manipulación para quien quiera venir a profanarnos? No cabe duda de que conocen nuestras debilidades y la principal es que somos nosotros quienes nos entregamos, quienes nos arrodillamos, quienes nos deslumbramos con facilidad ante el brillo del espejo aunque eso signifique el sacrificio de nuestra integridad y el fin de la vida libre que alguna vez tuvimos, hace muchos, muchos años, tantos, que ya no la recordamos siquiera, por eso nos sentimos más cómodos siendo esclavos, subordinados, simples apéndices de una bestia de apetito voraz que ni siquiera ha querido devorarnos por completo: nos corrompe y nos maltrata, nos ensucia y nos enferma, nos esclaviza y juega con nosotros, pero no nos destruye porque no le agrada la idea de perder al principal consumidor de la mayor parte de la basura que producen. Lo triste, una vez más, es que exista tanto mexicano que no se de cuenta de ello. Y peor aún, que existan los que se dan cuenta y no les importe. Pero a mí me importa. Me importa que hayan asesinado mexicanos y ese recuerdo esté quedando en el olvido. Que sigan matando mexicanos (en muchos sentidos: no solamente nos matan físicamente, también están terminando con muchas de nuestras tradiciones e imponiendo las suyas) y nadie haga nada al respecto porque ellos se sienten «la ley y el orden del circuito universal». Me importa que el día de mañana no tengamos héroes propios, héroes de verdad, porque el desgraciado gobierno mexicano termine por borrarlos a todos de la historia y de la propia memoria colectiva. Me importa que esa memoria quede en blanco y lista para que nuestros héroes que hayan sido borrados sean sustituidos por los batmans, los supermanes y demás héroes de caricatura a quienes ellos quieren que rindamos culto, para seguir esclavizándonos.El mounstro no es invencible ni su tiranía será eterna. Existen muchas formas de vencerlo, pero los siervos no fueron educados para pensar, y mientras sigamos siéndolo, no idearemos nunca la forma de derrotarlos. Hoy, por ejemplo, pudo haber sido un gran día para evitar consumir cualquier producto gringo. Sólo un día, pero que lo hubiéramos hecho todos los millones de mexicanos, verían si no se afectaba su economía. Pero no, los mexicanos no nos unimos para hacer cosas inteligentes, ni para buscar nuestra libertad. ¿Alguien en alguna parte del país guardó un minuto de silencio en memoria de los Niños Héroes? (No me vengan a decir que el presidente en la ceremonia oficial de cada año porque después de haberlos borrado de los libros, lo que hace el gobierno es pura hipocresía). ¿Alguien, además de mí, elevó al cielo algún pensamiento en sus nombres? ¿Alguien pidió a Dios por el descanso de sus almas? No lo sé. Espero que sí. Pero sobre todo espero que en este caso sus muertes no sean inútiles y sigan siendo, más allá de todo intento de olvido, lúcidos ejemplos de lealtad, amor y devoción a una Patria que sin duda alguna los merece.

Publicado en HÉROES | Deja un comentario

UN DÍA HISTÓRICO: EN EL MIRADOR DE LA COLUMNA DE LA INDEPENDENCIA

Al momento de recibir mi identificación, la guía me aclaró: «Pero tendrá que esperar unos cuarenta y cinco minutos». «¡Está bien!» – le contesté con emoción, y casi sin creer que realmente estaba a punto de subir. Hubiera deseado contestarle: “Si he esperado toda mi vida este momento, qué más da esperar otros cuarenta y cinco minutos… ¡Esperaría todo el tiempo que fuera necesario! Lo cierto es que hubiera sido una mentira, no lo había esperado toda mi vida, pero lo hubiera hecho, porque uno de esos sueños que parecían imposibles era subir a la Columna de la Independencia, ciertamente, era una idea que en algún momento pasó fugazmente por mi mente pero que finalmente quedó almacenada entre los sueños que nunca se cumplirían. Sinceramente, jamás pensé que fuera posible, nunca creí que se hiciera realidad.

De modo que en el intervalo de tiempo entre el momento en el que recibí mi gaffette y el momento en el que por fin empecé a subir (y que duró menos de cuarenta y cinco minutos) me dediqué a tomar fotos, a observar con detenimiento los detalles antes desapercibidos de la Columna y de todo el Monumento en sí, y por supuesto a escuchar mis pensamientos, que llenos de asombro e incredulidad me repetían: “¡Esto no es cierto!” “¡Debes estar soñando!” Sin dificultad alguna mis recuerdos me remitieron a esos momentos en los que te encuentras en alguna situación tan terrible en la que te dices lo mismo una y otra vez: “¡Esto no está pasando!” Agradecí tanto a Dios y a la vida porque esta vez SI estaba pasando. Algo que débilmente imaginé, una fantasía envejecida, abandonada en la parte más obscura del archivo de “Imposibles” o “Casi Imposibles” de cumplir, hecho realidad, hoy, veinticuatro de julio del año dos mil nueve. Por eso se convierte en un Día Histórico en mi vida, un día significativo, que no olvidaré jamás.

Subimos 174 escalones (eso me dijo la guía cuando le pregunté). El esfuerzo fue mayúsculo, debido a la exagerada estrechez de los escalones y de la escalera misma (de hecho las escaleras de caracol se caracterizan por ser estrechas y tener escalones pequeños). Ni mi pésima condición física me impidió llegar hasta el final, desfalleciente, pero satisfecha. Contemplar Paseo de la Reforma, tomar más y más fotos, contemplar al Ángel, por primera vez, de cerca. Vaya maravillosa oportunidad ésta de estar cerca de Él, lo más cerca que he podido hasta ahora.

La Columna de la Independencia tiene una historia por demás interesante. Fue construida de 1908 a 1910 por el arquitecto Antonio Rivas Mercado (papá de la famosa Antonieta). La inauguró Don Porfirio Díaz el 16 de septiembre de 1910 con motivo del centenario de la Revolución. En su parte frontal cuenta con un león guiado por un niño. El león –según nos contó el guía- representa al pueblo mexicano; el niño representa la Ley. Sin duda una hermosa Utopía, sobre todo en esta época. Sobre esas esculturas se encuentran las de Don Miguel Hidalgo como figura central, a su derecha se encuentra Don José María Morelos y Pavón y a su izquierda Don Vicente Guerrero, todos ellos custodiados por ángeles y otras figuras femeninas que representan a la Patria. Esta escultura es la base de la que parte la Columna, en la cual se encuentran grabados los nombres de estos insignes personajes, además de algunos otros que participaron en la guerra de Independencia: Allende, Aldama, Matamoros, Mina, Bravo. Lo que no acabo de entender es porqué está grabado en la Columna el nombre de Iturbide si sus restos no se encuentran ahí (de hecho están en la Catedral). Todos sabemos que ese señor fue un convenenciero que no estaba más que de un lado: del suyo. Se coronó emperador y ni con todas sus ínfulas se salvó de que lo fusilaran. En fin, aunque su nombre esté ahí yo creo que nadie pero nadie lo admira y lo importante es lo que realmente representa la Columna de la Independencia para todos los Mexicanos.

En la parte de atrás se encuentra un pebetero con una llama pequeña que funciona con gas, esto es porque debe haber una llama encendida para honrar la memoria de esos valientes y generosos mexicanos que vivieron y murieron por la libertad y la Independencia de este hermoso país (eso no nos los dijo el guía, es mi conclusión). Lo que si nos dijo (aunque ya lo sabía) es que en la parte de adentro se encuentran los restos de doce de estos personajes célebres, verdaderos Héroes y Patriotas, entre ellos. Me resulta bastante cuestionable que los restos de Don José María Morelos y Pavón se encuentren aquí porque he leído (en varias fuentes) que sus restos se perdieron, pero no era factible en ese momento ponerme a discutir el asunto con el guía sobre todo porque se supone que él está (o debería estar) mejor informado que yo. Se lo preguntaré a su tiempo a un Licenciado en Historia, pero hasta donde yo sé, Don José María Morelos y Pavón NO está enterrado ahí (ojalá de verdad lo estuviera, por supuesto que se lo merece).

A los costados de columna (en la parte baja) se encuentran cuatro esculturas (no realizadas por don Antonio Rivas Mercado, de hecho está inscrita en cada una la firma de su autor, pero lo he olvidado, me parece que decía “F. ALCETI”) que me llamaron mucho la atención y son de mi total agrado: La Paz, que sostiene en su mano derecha una rama de olivo (de la cual también le fue colocada una corona); La Guerra, que sostiene en su mano derecha una espada y en su mano izquierda un escudo; La Ley, que sostiene un pergamino en su mano izquierda y en la mano derecha algo que parece una espada pero muy delgada; y La Justicia, que sostiene un báculo. Algo que me pareció muy significativo es que la Paz, la Justicia y la Ley están sentadas en sillas, mientras que la Guerra está sentada sobre una base que podría ser una piedra misma o la base de un tronco de árbol.

En cuanto al llamado “Ángel de la Independencia” pues todos lo llamamos así, pero no es un ángel (esto también ya lo sabía: si fuera un ángel no tendría senos), es una “Victoria Alada”, hecha de bronce y bañada en oro. Ese baño de oro es el que la mantiene completamente reluciente y brillante a pesar de la lluvia, el polvo, la contaminación y demás agentes corrosivos y degradantes. Es por demás contar la historia de su impactante caída durante el famoso terremoto de mil novecientos cincuenta y ocho, ocasión en la que cayó de su pedestal, dañándose seriamente la cabeza (maltrecha pieza histórica que ha sido conservada y exhibida en diversos recintos de la ciudad). Lo curioso es que a pesar de el error semántico en el que hemos incurrido una y otra vez, la seguiremos llamando “el Ángel” (un momento, eso me suena a machismo) ya sea por ignorancia, por costumbre o por cariño. Oficialmente es “La Columna de la Independencia” o “El Monumento a la Independencia”. Finalmente lo que se honra con ella son a los Héroes de esa lucha y no a la Victoria Alada que la corona, ¿o no? y al que difícilmente alguien llamará “La Victoria Alada de la Independencia” (yo misma le he llamado de cariño “Angelito”, así nada más). Considero que lo importante es el significado que en conjunto confiere a todos los mexicanos como parte de la Historia de nuestro país, como símbolo de la ciudad más grande del mundo. La Victoria alada, hermosa, áurea, magnífica, imponente, protectora, inquebrantable. La Victoria Patria y Madre que un día histórico como hoy, me permitió estar cerca de ella y me prestó sus alas para volar a su lado.

Publicado en CIUDAD DE MÉXICO | Deja un comentario

CON LOS BRAZOS ABIERTOS

A sólo unas cuantas horas de tí…Sé que me esperas con los brazos abiertos.
Publicado en CIUDAD DE MÉXICO | Deja un comentario

CRÓNICA DE UN VIAJE FUGAZ E INTERMINABLE

Estación Bellas Artes. No soy buena aquí para ubicar las salidas. No me he esforzado en aprender, y me gusta sorprenderme a mí misma. Esta vez la sorpresa es de lo más agradable. Apenas asomo la cabeza por la salida de este subterráneo y logro ver esta imagen que acelera los latidos de mi corazón: a mi izquierda, con toda su historia y magnanimidad, se encuentran el Palacio de Bellas Artes y la Torre Latinoamericana. Plenos y altivos, orgullosos y míticos, estoicos y eternos. Mi alma se ilumina y mi inspiración encuentra aquí la respuesta que no puedo darle durante mis ausencias.

Miro hacia la derecha: veo la Alameda Central con su cotidiana efervescencia, con el fluir natural de sus paseantes. Siempre nueva y siempre vieja. Siempre bulliciosa y activa como un cuadro en movimiento. La histórica Alameda de Carlota y de Diego Rivera. El más efervescente de los puntos intermedios en el que pasado y presente se detienen a conversar, a contemplarse con complacencia. Me parece, por ese breve instante en el que mi mirada se detiene en su rielar, que la vida de sus personajes es conmovedoramente apacible, como de ensueño: una especie de vértice perdido en medio de la no menos irresistible agitación caótica del resto de la ciudad.

Con paso lento recorro la explanada del Palacio. Es curioso, porque es como si hubiera venido solamente a asegurarme que todo está bien, que todo ha regresado “a la normalidad”. Y efectivamente, así es. Tal vez sean otras gentes, pero ante mi vista las imágenes siguen siendo las mismas: los turistas desplazándose en diferentes trayectorias, gente entrando y saliendo del recinto, otros sentados en las escaleras, muchos, muchos otros, tomando fotografías. Sí, todo sigue igual, como la vez anterior, como cuando estuve aquí las pasadas vacaciones. Mi amada ciudad se recupera pronto, y por lo menos en sus calles pareciera no haber rastro alguno de la grave enfermedad que la aquejó. Antes dije que fue entonces cuando el tiempo se detuvo, y quizás fue así, pero esta sensación es diferente: esta tranquilidad de regresar y encontrar todo igual realmente me hace sentir que es ahora cuando el tiempo se detiene, como si hubiera una pausa que al desactivar me permitiera seguir haciendo este eterno e incansable recorrido por sus venas de asfalto.

Me dirijo hacia la calle Tacuba. Mis ojos se topan con La Casa de los Azulejos y solamente con mirar ya me siento parte de la historia. Me invade un regocijo inexplicable. Otra vez esa sensación de pertenecer…de pertenecerle, de integrarme a ella como materia viva y luminosa. Esta vez no solamente mi pensamiento está aquí, sino también mi cuerpo. Camino sobre sus calles empedradas dejando huella, como todos los que con su presencia y sus voces les han dado vida y sentido. Soy parte de la historia, de SU historia, y ELLA es parte de la mía. Y nunca ser parte de la historia me había hecho sentir tan feliz.

Me detengo en la esquina. Amo incluso estos típicos cruces peatonales en los que mecánicamente me adhiero a la profusa multitud para evitar ser atropellada por algún auto. Ahí vamos todos, y por ese breve instante, formando parte de esa masa, tenemos un fin en común.

Encamino mis pasos hacia el MUNAL. ¡Qué majestuosidad de museo, qué belleza de fondo y de forma! He de aceptar que siempre al entrar me intimida un poco su estilo formal e imponente, próvido de elegancia. Levanto la vista hacia los enormes carteles que muestran la imagen de Octavio Paz. Lo admiro más cada día. Ansiaba entrar. Pero sabía que, de hacerlo, necesitaría muchas horas más de las que disponía antes de partir. Solamente pregunté hasta cuándo estaría la exposición, me dijeron que hasta el 23 de agosto. Respiré aliviada. Sabía que tendría la oportunidad de disfrutarla en julio que regresara. Salí y observé (por supuesto) la famosa estatua “del caballito”. Ja, ja, ja. No deja de ser gracioso que todo mundo conozca al monumento por este nombre cuando en realidad se llama “Carlos noséquénúmero”. Es de las pocas ocasiones en las que celebro la ignorancia de la gente (incluyendo la mía) porque ese señor fue uno de esos reyes que conquistó a nuestro país y luego mandó construir la estatua para vanagloriarse, sin imaginar que con el tiempo la gente lo olvidaría y le daría más importancia al caballo que a su persona. Por supuesto que es  para reírse con ganas y con ironía.

Continúo por la calle Tacuba. ¡Qué bien se siente caminar anónimamente, libre de miradas! ¡Si aquí hasta me da gusto ser invisible! Luego decido seguir por Madero. La verdad es mi calle favorita y esto debe ser porque aquí están la librería Gandhi y los helados Santa Clara (¡mmmmm!) Bueno, me gusta por muchas cosas, me resulta una calle bastante familiar… Llego al museo del estanquillo y me dispongo a entrar por segunda vez. Tenía ganas de ver la exposición dedicada a “Tin Tan” (sí, nada que ver con Octavio Paz u otros Héroes Literarios, pero me cae súper bien) y de tomar algunas fotos en la terraza, me encanta la vista desde allí. Empiezo a recorrer las salas (me encanta porque cada sala está en un piso diferente) utilizando la escalera porque es un medio de traslado solitario; y no recurrido y multitudinario como el elevador. Encuentro sorpresas agradabilísimas, pero sin duda las mejores de todas son: la autocaricatura dibujada por mi maestro de maestros Xavier Villaurrutia, (la cual ni siquiera sabía que existía, casi caí en shock ante tan grata sorpresa) y las fotos de “Los Contemporáneos” tomadas por Don Manuel Álvarez Bravo, ¡otro maestrazo! ¡Qué fotos tan magníficas! Me quedé ahí un buen rato frente a ellas arrobada, embelesada…Salvador Novo, Carlos Pellicer, Jorge Cuesta, José Gorostiza y por supuesto el único entre los únicos Xavier Villaurrutia (quien quiera que llegara a leer esto debería imaginarme haciendo una reverencia cada vez que escribo su nombre). No podía creer tanta suerte, sobre todo porque mi instinto poético me permitió entrar al museo con la cámara y el teléfono celular en la mano, así que pude sumar a mis recuerdos físicos las proyecciones tangibles de sus irrepetibles e irresistibles personalidades, así como algunas frases de Octavio Paz (reverencia/reverencia/reverencia)  situadas en las paredes que me impactaron. (¿Qué no podrá impactarme de este hombre, cada una de sus frases es una revelación de profunda trascendencia en mi vida?).

La exposición de “Tin Tan” me desilusionó porque parecía apenas la muestra de una exposición debido a su extensión tan reducida. Creo que un personaje como él merece algo de mayor cobertura y profundidad, sinceramente no creo que su familia no tenga más objetos y fotos que los ahí expuestos. Ojalá en algún futuro puedan organizar algo mejor. También observé “de pasada” la exposición dedicada a Guillermo del Toro, la cual me pareció tan bien muy pobre, principalmente porque está basada básicamente en unos videos que se están proyectando, y no digo que no sean interesantes, pero también en este caso creo que faltó más. En fin, después de visitar esta sala, que es la cuarta, pude finalmente acceder a la famosa terraza y me dediqué a tomar las fotografías que tanto anhelaba desde la primera vez que entré. Resulta sumamente motivante encontrar un punto alterno desde el cual poder contemplar las calles de Madero e Isabel la Católica.

Cuando salí eran las cuatro, y no se me ocurría a qué otro lugar podía ir (tomando en cuenta que ansiaba con desesperación entrar a un museo). Lo pensé un poco y decidí regresar al MUNAL. “¿Para qué esperar hasta julio?” – me pregunté. “¡Yo quiero ver la exposición de Octavio Paz AHORA, aunque no la vea completa!,” Y así sucedió. Tuve apenas hora y media para recorrer la exposición con celeridad, aunque esto no me impidió disfrutar muchas de las cosas que vi. En primer lugar, porque ya sabía que no terminaría de hacer el recorrido, en segundo, porque… ¿creen que soy ingenua? Algunas de las salas exponen exactamente los mismos contenidos de siempre, solamente cambiaron las placas de identificación de las obras por otras que en la parte derecha dicen “Materia y sentido: el Arte Mexicano en la mirada de Octavio Paz”. (Lo noté especialmente en las obras de Velasco). No lo sé, a mí esto me pareció un recurso medio tramposo… ¿luego entonces a Don Octavio le gustaban absolutamente todas esas obras? Aunque  tal vez sea eficaz para que las personas que no conocen esas obras las puedan apreciar en su conjunto, pertenezcan o no a los gustos personales de Octavio Paz y a su visión acerca del arte mexicano. Además, por supuesto no todas las salas tienen estas características y hay muchas frases de este gran poeta por todas partes, además de algunos videos en los que habla acerca de sus pintores favoritos y de sus obras.

Y pues sí, dieron las cinco y media y amablemente nos invitaron a salir del museo, porque estaban a punto de cerrarlo. Ay, pero qué feo se siente que te corran de un museo. No se lo deseo a nadie…Ja, ja, ja. De cualquier forma, salí de ahí sabiendo que tengo que regresar, deseando fervientemente hacerlo. Necesito disfrutar de esa exposición con toda calma.

Me frustró pensar que a esa hora todos los museos ya estarían cerrados, y que no podía ir a ningún otro lado. La exposición del zócalo debe estar interesante pero hubiera sido necesario pasar muchas horas formada para poder entrar y obviamente no tenía tiempo. A manera de despedida, me dirigí fervorosamente hacia el Templo Mayor… Si debía pasar los últimos minutos de ese sábado en alguna parte de mi querida ciudad, qué mejor que en la que para mí representa su parte más mística. Me senté enfrente de la vista principal y estuve ahí contemplando un rato esas ruinas, pensando en lo que representan para México, en lo que para mí significan. Lancé mis suspiros al azar y mis palabras al cielo, lo suficientemente silenciosas para que solamente las escuchara Dios, quien me concedió una vez más la dicha de estar aquí nuevamente. Allí pensé también en los profundos significados del tiempo, de la distancia, de los kilómetros y las latitudes. En el espacio físico y la geografía. En todo lo que me separa de mi ciudad. En los medios de los que me valgo para acercarme a ella. En el continuo eje de rotación en el que el sol y la luna cambian turnos y cuyo lapso basta para transportarme de un lugar a otro, en un “abrir y cerrar de ojos”, literalmente. Porque sucede así, y en aquél instante tuve ganas de no volver a cerrarlos nunca, para no tener que abrirlos y no ver más la ciudad que me vio nacer.

Algún pequeño consuelo trae consigo siempre la ralentización de esos últimos momentos. La prolongación tortuosa de la despedida, aunada a la suprema esperanza de vivir nuevamente, una y otra vez, estos momentos. Era hora de entrar al subterráneo, pero no quería hacerlo. Igual que en el momento de salir, mis ojos ansiaban una última imagen intensa y poderosa. El zócalo y los edificios anexos cumplieron (como siempre) con el requisito y bajé lentamente las escaleras para internarme en las obscuras y artificiales entrañas que albergan al que sigue siendo el más representativo de los transportes de esta capital.

Lo que sucedió después es un recuerdo anclado sobre una imagen repetitiva: mi cuerpo asido al asiento de un autobús, mi pensamiento girando alrededor de los caprichos del destino, de los hubiera y otras frases hipotéticas, de los publicitados avances de la ciencia que supuestamente permitirán, en algún futuro, teletransportarnos. Y sobre todo, en el próximo, cercano regreso.

Y definitivamente cerré los ojos, para no darme cuenta de que me alejaba. Me entregué a mi sueño con avidez para no pensar, para no sentir, para callar las voces que gritaban en mi interior. Y no desperté sino hasta que en los contornos de la noche se dibujó la luna del amanecer y uno de sus rayos descansó en mi rostro. Me asomé entonces por la ventanilla: El sueño había terminado.

Publicado en CIUDAD DE MÉXICO | Deja un comentario

18 DE MAYO: DÍA INTERNACIONAL DE LOS MUSEOS

Los museos, ya lo dije antes, son las almas de las ciudades y parte importantísima de su esencia. Tanto, que una ciudad sin museos, sería una especie de infierno. Hoy lo confirmo y celebro enormemente y con gran júbilo este día, importantísimo para el arte, la cultura y los que amamos los museos. Lo confieso, soy museoadicta, museófila, museo-fan. Los museos son mis lugares favoritos y todo el tiempo estoy deseando conocer uno nuevo o que los que ya conozco cambien sus exposiciones para poder visitarlos una y otra vez.

En los museos nos vemos reflejados como seres humanos, creadores, investigadores y ciudadanos. El arte y la cultura son desplegados en su máxima expresión, pero también la historia, la ciencia, la tecnología, la geografía y la política. A través de los siglos se consolidan como espejo de nuestro pasado, presente y futuro y eso es solamente parte de su belleza, de la profundidad de su encanto, de su irresistible atractivo.

Apenas ayer alguien me decía que los niños tienen mayor capacidad de asombro que los adultos y eso es en parte cierto, en cuanto a que nosotros ya no solemos maravillarnos con algunas de las cosas que a pesar de ser extraordinarias han pasado a formar parte de nuestra cotidianeidad. Sin embargo, cuando pienso en la emoción que me invade ante la idea de entrar a un museo me doy cuenta de que gracias a ellos esa capacidad de asombro ha permanecido presente y se activa de manera constante cada vez que, por ejemplo, visito la Ciudad de México (principalmente, pues es la que cuenta con el mayor número de museos en todo en el país) o alguna ciudad que no conozca. Mi olfato museístico me guía hacia ellos, no concibo una visita a ciudad alguna sin conocer por lo menos su museo principal. Lo hermoso es que todas lo tienen, incluso las más pequeñas. Aunque por supuesto, los más hermosos (a nivel nación) se encuentran en mi hermosa y amada ciudad, por lo que en ellos centraré mi festejo del día.

Empezaré por el primer museo al que entré (según relatos familiares, porque la primera vez en sí no la recuerdo), los demás los iré mencionando en el orden en el que los recuerde, pues aunque si bien es cierto que algunos me gustan más que otros,  todos los considero importantes y sobre todo, necesarios.

 

MUSEO DE HISTORIA NACIONAL

Lo mencioné también con anterioridad: el Museo de Historia Nacional es por excelencia el primer museo en la vida de todo niño capitalino, y para mí no fue la excepción. Como su nombre lo indica, alberga objetos, murales y documentos históricos relacionados con la Historia de nuestro amado país, especialmente con el movimiento de independencia y la invasión francesa.  Lo que más recuerdo es la primera vez que vi ese mural en el techo de Juan Escutia cayendo al vacío envuelto en la bandera nacional. La historia siempre me había impactado y cuando vi el mural me impactó aún más. Lo curioso es que muchas de las personas que acuden al museo no lo hacen con el fin de conocer nuestra historia, la mayoría va a visitar el “Castillo de Chapultepec” que alberga al museo dentro de sí. Es más, creo que algunos de los que van a “pasear” al castillo o al bosque no saben o no piensan en que la esencia de la estructura es el museo aunque por supuesto el castillo y todos sus alrededores son hermosos en sí. Aunque no recuerdo mi primera vez, me produce mucha nostalgia acudir a él porque no puedo evitar que acudan a mi mente todos esos recuerdos de cuando iba con mis papás, de hecho esto si lo recuerdo bien: solamente existen dos museos  a los  que asistí con mi mamá y con mi papá, y este es uno de ellos, por eso y por su contenido siempre será bastante significativo.

 

MUSEO DEL TEMPLO MAYOR

Este Museo es lo máximo, en cuanto a historia y esencia, podría decir que es mi favorito, tanto, que me gustaría que mis cenizas permanecieran en él dentro de una urna cuando llegue el momento de la ausencia definitiva. Cada vez que entro regreso al pasado y me encuentro a mi misma como mexicana. Alguna vez estando en su interior tuve la sensación de haber estado ahí antes, cuando ocurrió la conquista. Observo las ruinas a su alrededor y solamente eso me basta para mirar mi pasado, para comprender mi presente, para amar a mi país y a mi cultura con mayor intensidad, para entender la grandeza de la cultura Azteca. A este museo le debo también la creación de uno de mis poemas favoritos (XXI D.T.) que publiqué aquí precisamente hace algunos meses.

 

COLEGIO DE SAN IDELFONSO

Con este museo tengo una relación súper especial porque probablemente sea el que haya visitado el mayor número de veces. Tanto que recuerdo perfectamente sus salas. Siempre he salido estupefacta de ahí. Quizás en conjunto es, de todos, el que haya presentado las mejores exposiciones. Mis favoritas por supuesto las de Vik Muniz y David La Chapelle, seguidas por las de Fernando Botero, Sigmund Freud y Carlos V, entre otras cuyos nombres ahora no recuerdo. La verdad me he familiarizado bastante con este museo y le tengo un especial aprecio.

 

MUSEO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

Las exposiciones aquí siempre son excelentes, especialmente la de “Todo cabe en una cuenca” y las que hacen de fotoperiodismo. Lo que más me gusta de este museo es que te regalan folletos y carteles que puedes enmarcar y que en ningún otro lado encuentras.

 

MUSEO NACIONAL DE ARTE

Continuando con los museos ubicados en el Centro Histórico, este imponente edificio ubicado en la calle de Tacuba fue alguna vez sede de la Secretaría de Comunicaciones, de hecho esto se lee en la parte superior. El MUNAL es único por sus hermosas escaleras y su enorme colección de pinturas. Es un museo hermoso, aunque no logro recordar en sí alguna exposición en específico que haya visitado.

 

MUSEO DEL PALACIO DE BELLAS ARTES

Es curioso, pero antes de entrar por primera vez al área del museo siempre creí que el Palacio de Bellas Artes era exclusivamente un recinto destinado a espectáculos (es decir, no sabía que poseía un museo). Hubo en este museo una exposición que marcó mi vida de forma determinante y sobre cuya experiencia sería oportuno extenderme en otra ocasión, y esta fue la exposición dedicada a Luis Buñuel. Fue mi encuentro con el surrealismo, mi despertar a este maravilloso mundo. Es sin duda la exposición más intensa que he presenciado en Bellas Artes. Después de esta recuerdo con suma alegría la exposición dedicada a Frida (que además la había estado esperando siempre), la dedicada a Antonieta Rivas Mercado, la de Gabriel Figueroa y la de José Luis Cuevas. Magníficas.

 

MUSEO FRANZ MAYER

La primera vez entré con mi hermano a explorar en sí la colección del museo. Es necesario invertirle un buen tiempo porque es muy extenso y si uno quiere apreciar en realidad la colección se lleva como tres horas aproximadamente. La exposición que más me ha gustado se llamó Fantasía Pop y me fascinó porque estaban las sillas globo, las sillas pastilla, las sillas pony y todas esas sobre las que uno podía sentarse y tomar todas las fotos que quisiera. Estuvo muy padre.

 

MUSEO INTERACTIVO DE ECONOMÍA

Siempre platicaré esta anécdota: cuando escuché economía pensé “¡qué aburrido!” pero las palabras “museo” e “interactivo” me atrajeron y poco a poco me fui animando a entrar. Cuando salí no podía creer que pudiera existir un lugar así, me fascinó, me arrebató por completo. Su concepto es tan moderno que me hizo sentir en el primer mundo, además de que no tiene ¡nada! de aburrido, por el contrario, es uno de los museos que más tardas en recorrer porque es muy grande y tienes muchas cosas que leer, ver y hacer. Además, hice un billete con mi foto y jugué al mercado de valores. ¡Me encanta!

 

MUSEO MURAL “DIEGO RIVERA”

Ni más ni menos que el museo que alberga el famosísimo mural “Sueño de una tarde de verano en la Alameda Central”, además de que cuenta con interesantísimas exposiciones temporales entre las que recuerdo la de Juárez, la de Zapata y la de “Las contemporáneas de Frida”. Simplemente el hecho de llegar y sentarte ahí frente al mural ya es todo un hecho significativo y una manera sencilla de contemplar casi con una sola mirada parte de la historia de México.

 

 

MUSEO NACIONAL DE SAN CARLOS

Este museo me encanta como recinto cultural y por la referencia histórica de que aquí estudió Diego Rivera, además de que siempre ha albergado a la escuela de pintores. Por supuesto es un museo hermoso, sólo que tampoco recuerdo alguna exposición en particular que me haya impactado.

 

MUSEO DE ARTE POPULAR

Con este museo supe lo que era el “amor a primera vista”. Acudí con mi prima a ver la exposición de papalotes. La segunda vez visité la exposición “Parafernalia e Independencia”. ¡Me fascina!

 

MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURAS

Hace tiempo que no visito este museo y sinceramente la última vez que fui me pareció que lo tenían muy descuidado, además de que no le dan la difusión ni el mantenimiento necesarios. Además de una exposición (muy buena, por cierto) dedicada al idioma español, no recuerdo ninguna otra que me haya llamado la atención, aunque el concepto del museo en sí es bueno, pero hace falta renovarlo.

 

 

MUSEO DEL ESTANQUILLO

Uno de los museos más recientes en la Ciudad de México, cuenta con conceptos audiovisuales además de los tradicionales conceptos gráficos. Me gustó mucho sobre todo porque te dejan subir hasta la terraza y es un sitio muy agradable.

 

 

MUSEO “JOSÉ LUIS CUEVAS”

Interesante museo cuya escultura de la “Giganta” te invita a entrar y a hacer el recorrido. Me parece un museo que refleja fielmente la personalidad de este gran pintor y escultor, sobre todo en cuanto a algunos conceptos por demás originales, como eso de exhibir dibujos de cada una de las amantes que tuvo en París y no sé en cuántas partes del mundo e incluso exponer ahí un tubo de ensayo con su “semen”. (Qué bueno que eso no lo llevó a Bellas Artes). Su vida me pareció por demás interesante, sobre todo porque se ha casado nueve o diez veces, pero con la misma mujer.  

 

 

MUSEO DE LA TORRE LATINOAMERICANA

Tantas veces de subir a la parte más alta, y apenas hace poco hicimos el recorrido por el museo. En sí el museo no es ninguna belleza (pues está dentro de la torre, no podían hacer mucho) pero la cantidad de información y los datos referentes a la historia de la ciudad, al antes y después de la torre, su historia y demás resultan por demás ilustrativos e interesantes. Sería una pena pasar tan seguido por ahí, mirarla y no conocer su historia.

 

 MUSEO “ANAHUACALLI”

Fabulosa estructura ideada por Diego Rivera y cuya mención siempre es seguida por la expresión “¡yo vi cuando lo estaban construyendo!” exclamada por mi mamá (y es que en esa época pasaba con cierta frecuencia por el lugar, iba a visitar a una tía). El concepto es genial, recorrerlo es como adentrarte en una pirámide, además de la belleza de sus alrededores. Está fantástico.

 

MUSEO DE FRIDA KAHLO “LA CASA AZUL”

He entrado solamente una vez y vaya que en ese entonces no tenía ni idea de cómo llegar, así que tardé no sé cuantas horas en encontrarlo, pero cumplí un deseo que por aquélla época los comerciantes llamaron “Frida-Manía”. Es muy emotivo recorrer esa casa y evocar la historia de Frida. Tengo muchas ganas de regresar.

 

CASAS-MUSEO DE FRIDA KAHLO Y DIEGO RIVERA

Lo fantástico de estas casas es el concepto bajo el que las ideó Juan O’Gorman: una casa para cada quien, conceptualizada según sus personalidades, y unidas por un puente. Son dos casas en una o una casa dividida en dos, como quiera que se les vea, llaman la atención por la importancia que estos artistas dieron a su propio espacio y a su independencia pero también a su unión, representada de forma súper original por el famoso puente.

 

 

MUSEO DOLORES OLMEDO

Para visitar este museo se necesita todo el día. No solamente porque se encuentra hasta Xochimilco, sino porque para recorrerlo hay que hacerlo muy despacio, con mucha calma, y sobre todo hay que detenerse en todas partes a tomar cientos y miles de fotografías. Alguna vez fue la hacienda de “La Noria”, he ahí el motivo de su tamaño. Rodeado de jardines, decorado por pavo reales y esculturas de Juan Soriano, este museo es estructuralmente el más hermoso de todos. Además tiene xolozcuintles de verdad, aquí fue la primera vez que los vi en vivo y la verdad me enamoré de ellos. Sueño con hacer aquí una fiesta mexicana. Es un lugar verdaderamente arrebatador.

 

CASA-MUSEO “DE LA BOLA”

Yo creo que de noche, con tanto objeto antiguo y esas esculturas de mármol blanco en el jardín yo si sentiría un poco de miedo, pero no niego que ¡por supuesto! me gustaría vivir aquí. El señor Don Antonio tenía muy buen gusto, pero su mejor idea fue haber destinado sus tres casas a museos en lugar de donárselas a parientes que seguramente las hubieran “modernizado”. Yo nada más le quitaría las pieles de animales que están en el suelo y el “altar de los reyes sacrificados” para que fuera perfecta.

 

CENTRO DE LA IMAGEN

Me encanta porque la distribución del espacio con esas escaleras, barandales y puentes me sigue pareciendo enigmático. Gracias al centro de la imagen me interesé más en la fotografía. No recuerdo los nombres de las exposiciones pero han sido muy buenas en general.

 

UNIVERSUM (MUSEO DE LAS CIENCIAS)

Es como el museo del papalote, pero para adultos. Como todo museo interactivo es dinámico y divertido, se te antoja tocar todo y no salirte nunca.

 

MUSEO TECNOLÓGICO DE LA CFE

Entré a este museo hace muchos años, no lo he visitado ahora que lo renovaron, pero en ese entonces no existía ni el museo del niño, ni el Universum ni el MIDE, así que es pionero en el concepto de museos interactivos. Supongo que ahora que lo renovaron está genial.

 

MUSEO DE ARTE MODERNO

A este le llamo el “Museo de Remedios Varo”, porque sinceramente acudir a él significa entrar a ver la obra de Remedios y después, si da tiempo, apreciar las demás exposiciones. La exposición de las “Cinco Llaves” fue magnífica. También me gustó mucho la que hicieron hace un año de México 68 para recordar el aniversario de esos juegos olímpicos.

 

MUSEO RUFINO TAMAYO

La primera vez que entré me quedé impactada, su concepto es de lo más moderno, tanto en arquitectura como en distribución de espacios, obras, iluminación, etc. Se presenta solamente lo más contemporáneo del arte y sobre todo mucho arte conceptual, tal vez por eso no recuerdo los nombres de las exposiciones ni a su autores.

 

MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA

Este museo está considerado a nivel internacional como uno de los mejores del mundo. No lo he recorrido del todo porque es bastante extenso y me he quedado con las ganas de ver algunas exposiciones porque siempre que vamos hay una fila larguísima para entrar. Me quedo con la sala Azteca, indudablemente mi favorita.

 

MUSEO DE LA CARICATURA

Ubicado en la calle de Donceles, tal vez porque es un edificio muy antiguo está bastante descuidado y aunque la primera vez que fui me encantó, la más reciente me dio la impresión de estar medio abandonado.

 

MUSEO DE CERA

Me gusta, es agradable andar ahí entre las figuras de cera y criticando cual si se parece y cual no, lo que no me gustó para nada es la sala del terror. Me dio miedo. No vuelvo a entrar a esa área.

 

MUSEO DE RIPLEY

Me gustó más la primera vez que fui, le han quitado algunas cosas y no le han puesto nada nuevo, sin embargo está bien para pasar un momento agradable aunque tampoco es para visitarlo seguido.

 

MUSEO DEL CHOPO

El museo en sí está muy padre, su estructura en forma de torre es muy conocida, aunque no puedo decir mucho de sus exposiciones ya que la única vez que fui se presentaba algo abstracto que no me gustó para nada.

 

MUSEO DEL EJÉRCITO

A este museo llegamos por casualidad y me agradó la exposición, aunque no he regresado porque al parecer no cuentan con exposiciones temporales ni le hacen la difusión que merece. De todas formas está interesante.

 

MUSEO NACIONAL DE LA ESTAMPA

Entré solamente una vez y no me gustó la exposición, desde entonces no he regresado.

 

MUSEO DE LA REVOLUCIÓN

Ubicado justamente debajo del monumento a la Revolución, tuve la mala suerte de llegar como media hora antes de que lo cerraran (y ya no he podido regresar), así que no pude leer nada ni recorrerlo detenidamente. Me dediqué exclusivamente a tomar fotografías. De lo que alcancé a apreciar puedo decir que su estructura y concepto ya están bastante pasados de moda, le hace falta una renovación porque una cosa es que los objetos exhibidos sean antiguos y otra cosa que el museo se vea tan viejo.

 

MUSEO DE HISTORIA NATURAL

Este es otro museo del que desafortunadamente no puedo hablar bien. Me pareció sumamente desgastado y descuidado, sin ningún atractivo. Claro que de eso ya tiene algunos años, ojalá ya lo hayan renovado.

 

PAPALOTE “MUSEO DEL NIÑO”

Es un poco extraño meterte a este museo cuando tienes un cuerpo de adulto, pero como está permitido dejamos atrás las inhibiciones y nos divertimos como niñas. Está muy padre pero ahora que trabajo con niños, lo único que quiero en mis vacaciones es alejarme cuanto pueda de ellos.

 

Mención aparte merece el “MUSEO NÓMADA” en el que se presentó la exposición de Gregory Colbert “Ashes & Snow”, el cual personalmente no considero un museo sino una exposición itinerante (aunque no niego que el concepto fue bastante original).

 

 

Y bien, estos son los museos que conozco en la Ciudad de México, hay otros que muero por conocer como el Museo del Escritor y el Museo de la Fotografía (este está en Pachuca). Ya que expresé mis opiniones personales acerca de ellos solamente me resta decir que además de todo lo que ya mencioné anteriormente, para mí representan recintos sagrados y catárticos. Si pudiera hacer de mi vida un continuo tour museístico, trabajar, o vivir en un museo, sería completamente feliz.

 

Publicado en ARTE Y CULTURA | Deja un comentario

CIUDAD EN SOMBRAS (SEGUNDA CARTA A LA CIUDAD DE MÉXICO)

Agradecida de haber podido visitarte cinco veces durante el dos mil ocho (con lo cual de alguna forma establecí un “récord”), me preparé a esperar nuestros encuentros durante este año. El primero sería en semana santa, la cual lamenté fuera en abril y no en marzo como el año anterior. La fecha llegó y corrí a tus brazos con impetuosidad, con ansia, con fervor. Con el ardiente anhelo de quien desea estar al lado de quien ama el mayor número de veces posible. Me recibiste una vez más llena de amor y como todas las veces anteriores sentí derramarse sobre mí toda tu belleza y todas tus bondades.

Parecía que por primera vez en mucho tiempo estábamos destinadas a separarnos por el brevísimo período de quince días. El calendario y las circunstancias se ajustaban maravillosamente para mi pronto retorno. Todo estaba planeado…y de pronto, esta enfermedad que te aqueja y que me impide visitarte y que me coloca en un estado de profundo dolor y asfáltica tristeza.

Te imaginé enferma, y no pude soportarlo: tú, la ciudad viva, bulliciosa, incansable. La ciudad que no duerme, que nunca se calla, que jamás se detiene. La ciudad heroica, estoica, festiva. Te imaginé  enferma y el corazón se me partió inevitablemente y una ola de incredulidad cegó la atroz idea de verte quieta, callada y vacía. No puedo, simplemente no puedo imaginar tus calles estáticas y en silencio, cuando siempre las he visto inyectadas de vitalidad y movimiento. No puedo imaginar cerrados tus museos, que, como te lo dije en mi anterior carta, son tu alma. Soy simplemente incapaz de visualizarte fuera de la vorágine a la que por destino y acción estás sujeta. No puedo, no quiero… ¡me duele tanto imaginarte enferma! De forma inevitable llegaron a mi mente las más terribles ideas relacionadas con el fin del mundo, y no porque crea que este se terminará justo ahora, sino porque creo que si sucediera, tu rostro se vería probablemente así. Es como si este mal hubiera logrado detener el tiempo, congelándolo en tus venas. Como si todos hubiéramos quedado suspendidos de un largo, prolongado silencio, que ignoramos cómo romper, que no sabemos cuándo terminará.

A lo largo de mi vida he sido testigo de los diversos acontecimientos que van hilando la historia del país y de la ciudad y la mayoría de las veces me he sentido feliz de formar parte de esa historia, de irla escribiendo, de dejar testimonios escritos de mi paso por la vida y por este amado país, testimonios que algún día pudieran servir de referencia a generaciones futuras y en las que he descrito la forma en la que he vivido esos acontecimientos. Pero nunca pensé presenciar algo así, tan terrible como lo que está sucediendo ahora. Mi memoria me remite enseguida a la epidemia de viruela que victimó a los aztecas. Algunos historiadores dicen que esta enfermedad fue la que realmente causó su derrota, ya que ellos como guerreros experimentados pudieron en algún momento (incluso a pesar de la superioridad de las armas de los invasores) vencer a los conquistadores, sin embargo, cayeron fulminados por este virus que finalmente fue el arma que logró dar la victoria a los españoles. Con esta empiezan mis tristes recuerdos relacionados con las epidemias. La segunda que recuerdo es la epidemia de cólera que mató a mi querida Sor Juana Inés de la Cruz en 1695, cuando contaba apenas con 34 años de edad. Triste destino para una mujer excepcional que debió haber vivido muchos, pero muchísimos años más para seguir escribiendo. Y ahora ésta, que igual recordaré algún día cuando tenga que hacer el recuento de mi vida. Esta lamentable enfermedad que me impide hoy ir hacia ti, aunque igual no serviría de nada. ¿En qué podría ayudarte? Es muy poco lo que puedo hacer y lo hago solamente para desahogarme. Ayer te imaginé abandonada, débil, indefensa, invadida por una gris desolación, y no pude evitar derramar mi llanto.

Acaso mis lágrimas y mis más humildes palabras sean todo lo que pueda ofrecerte en estos momentos. Sé que te veré de nuevo, y que será más pronto de lo que imaginamos, y que cuando ocurra nuestro encuentro te veré nuevamente erigirte firme y gloriosa, victoriosa y ecuánime como te he visto siempre, como fuiste concebida desde el principio: centro del universo y de la Nación, corazón palpitante de este México que en tu convalecencia te rodea amorosamente con sus brazos.

Te extraño como siempre mi querida ciudad, y te amo más que nunca. Por favor, alíviate pronto.

Publicado en CIUDAD DE MÉXICO | Deja un comentario

AUSENCIA TEMPORAL

CERRADO POR TEMPORADA VACACIONAL
Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

M M I D. T.

El siguiente poema lo escribí justo después de una visita al Museo del Templo Mayor. Aquélla vez fui sola y concentré todos mis esfuerzos en memorizar detalles a los que anteriormente no había prestado atención. Lo publico hoy porque es Día Internacional de la Poesía, pero no tengo un poema dedicado a mi país. Sin embargo, este es de mis favoritos porque es una fusión de dos historias reales: la de mi ciudad y la mía propia. Serán dos historias que habrán de estar juntas, siempre.

 

 

M M I   D. T.

 

INTRODUCCIÓN

 

Y mientras yo lloraba,

arriba los tlaloques

rompían ollas de barro

para que armonizara.

 

I.  SACRIFICIO

 

Escrito fue con sangre,

materia globular

inscrito en cada piedra

templo, casa y altar.

 

Atestiguó la luna

la sentencia fatal

que profetizó entonces

éste destino astral.

 

De regios horizontes

con escudo y técpatl

llegaste a sus dominios

con tal facilidad

 

Que se encontró de pronto

que en su alma estaban ya

las negras obsidianas

que hundiste sin piedad.

 

Las garras afiladas

como un halcón voraz

tenías ya dispuestas

para despedazar.

 

Sacaste el corazón,

dejó de palpitar,

lo ofreciste a tu dios

particular.

 

Como águila y serpiente

justo sobre un nopal

la profecía fue cierta:

se encontró la señal.

 

Ella se fue en silencio

sin miedo al más allá

sabía que su destino

un día habría de llegar.

 

Él preparó el terreno

donde habría de habitar:

Sobre un lago de lágrimas

construyó su ciudad.

 

 

II. OFRENDA

 

La diosa que te quiso

Meztli-Xochiquetzal

no supo que en tus ojos

no se habría de mirar.

 

Soñaba con tus labios,

soñaba con besar

con ansia y con ternura

tu boca-manantial.

 

Por gozar tus amores

convirtióse en mortal

perforaba su carne

con huesos de jaguar.

 

Su mente vaga incierta,

su alma desierta está,

su corazón amante

no deja de sangrar.

 

Mejor cerrar los ojos,

mejor no verte más,

mejor morar por siempre

juntos en el Mictlán.

 

 

Sin ti no existe el mundo

ni lo quiere habitar

la mujer que te adora

Meztli-Xochiquetzal.

Publicado en POEMA | Deja un comentario

DON PORFIRIO DÍAZ: DE HÉROE A VILLANO DE LA HISTORIA OFICIAL

El otro día hablando de don Porfirio Díaz mi hermano me preguntó:   Por cierto, ¿no hay nada en el país que lleve el nombre de “Porfirio Díaz”, verdad? Nos pusimos a pensar y aunque no nos dimos a la tarea de investigar (tal vez estemos equivocados) llegamos a la conclusión de que no existe en todo el país una sola calle, colonia, escuela mercado, parque o teatro que lleve el nombre de este personaje tan trascendente en la historia de nuestro país. Y aunque no es difícil entender porqué, es inevitable analizar el verdadero papel que este señor jugó en la historia de México y con ello me refiero no solamente a lo que hizo o dejó de hacer, sino a su ideología y a sus sentimientos, que por supuesto los tuvo, especialmente aquéllos dirigidos a su país.

Es fácil tachar a don Porfirio de villano, dictador e injusto y colocarlo entre los personajes más obscuros y despreciables de nuestra historia, pero sí de eso se trata, ¿cómo es posible que un tipo tan ruin, vil y miserable como Hernán Cortés haya sido honrado con el hecho de nombrar a un mar MEXICANO “Mar de Cortés” cuando merecía que su nombre ni siquiera se volviera a mencionar sin ofender la memoria de cada mexicano que torturó y mató?…¿acaso no significa absolutamente nada que haya sido el cerebro diabólico que dirigió la destrucción de Tenochtitlán? ¡Es impensable entonces que uno de nuestros mares lleve el nombre de ese infeliz, que ni mexicano era!

Regresando al tema de don Porfirio, no es que trate de “defenderlo” o de “limpiar un poco” su imagen, sólo que quiero considerar por lo menos de forma mínima algunas de las cosas rescatables de su persona, y es que las hay, y son muchas, sólo que al haberlo encasillado la historia como un villano por excelencia, sus errores y defectos se hacen enormes y salen a relucir por encima de cualquier cualidad o sentimiento noble que alguna vez haya tenido. De cualquier manera y por única vez quiero destacar algunas de las atenuantes que a favor de su mala reputación existen:

  

El hecho de que a los 16 años se haya enlistado voluntariamente en el ejército para defender a México de los invasores es digno de admiración y reconocimiento. Don Porfirio mostró desde temprana edad un profundo sentido patriótico que lo acompañaría siempre, aunque algunos afirman que el hecho de admirar tanto a los franceses y adoptar muchas de sus costumbres y arquitectura haya sido una traición a ese patriotismo. Se dice también que sufrió mucho al verse desterrado de su amado país y que a pesar de que su destino final fue precisamente el país que tanto admiró, él hubiera preferido morir en México (y como presidente por supuesto). En lo personal pienso que su amor por México fue grande y verdadero, pero que en sus últimos años el amor que sentía por sí mismo, su enorme ego, hizo que ese amor se deformara y se viniera a menos. En cuanto a copiar costumbres extranjeras, opino que formó parte de su idea de “progreso”. Él quería que México fuera un país del primer mundo y tal vez esa era la forma en la que pensaba lograrlo. Equivocado o no, al menos no vendió a su país como el desgraciado traidor de Santa Anna (ése sí que es villano y sinvergüenza de pies a cabeza y por los siglos de los siglos).  Comparado a lo que hoy en día el mexicano ordinario ha sucumbido ante el lenguaje, la moda, la comida y demás gringadas, don Porfirio debería ser considerado el más célebre de los nacionalistas.

  

Los presidentes de antes empezaban desde abajo y se ganaban su puesto en los campos de batalla, arriesgaban su vida, convalecían por heridas y enfermedades, sufrían hambre, cansancio y carecían de comodidades. De hecho, Porfirio Díaz pasó 31 años como militar en activo, participando en diversas batallas, antes de llegar al poder. Los presidentes de ahora dan vergüenza porque se ganan sus puestos mintiéndole a la gente, haciendo promesas que no van a cumplir (y con qué facilidad las hacen, como si carecieran absolutamente de conciencia). Lo único que tienen que hacer los presidentes de hoy en día para llegar al poder es leer discursos que ni siquiera ellos escriben, posar para las cámaras con sus sonrisitas falsas, darle la mano a la gente y recorrer el país en aviones privados, rodeados de todo tipo de comodidades. Todos son fresas y egresados de universidades privadas, la gente humilde como don Benito Juárez y Porfirio Díaz ya no tiene posibilidad alguna de llegar a la silla presidencial, y eso es de lamentarse.

  

 

Durante los mejores años de su gobierno, don Porfirio realmente procuró el progreso para el país. Nunca como entonces México fue tan próspero y cercano al primer mundo. Cito de la página http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/publicaciones/publi_quepaso/porfiriodiaz.htm: “Bajo su dictadura México consiguió un importante progreso económico. Aumentaron las inversiones de capital extranjero, lo que favoreció la construcción y expansión de la red de ferrocarriles, se elevó el desarrollo de la minería de plata, se instaló la primera línea telefónica, inauguró la comunicación vía telégrafo en Oaxaca, se exhibió el fonógrafo, entre otras cosas”. Yo menciono entre esas “otras cosas” la instalación de alumbrado público, la llegada del cine a México, y por supuesto la construcción de edificios tan hermosos como el “Palacio de Bellas Artes”, el edificio de correos y la Secretaría de Comunicaciones y transportes (Lo que actualmente es el MUNAL). Cierto que no todos tenían acceso a las ventajas y beneficios de ese progreso, pero eso es lo mismo en todas las épocas. En la actualidad “gozamos” de los privilegios de la tecnología pero en materia de educación seguimos siendo de los países más rezagados y al parecer eso no es tan importante como tener un teléfono celular, un i-pod o un Wii. Quien piense que por contar con esos artilugios modernos México es un país que realmente está progresando, que despierte ya. La globalización está haciendo estragos con nuestra cultura y todavía hay quienes no se dan cuenta.

 

En cuanto a todas las injusticias cometidas en su nombre (explotación de los peones y campesinos en las haciendas, tiendas de raya, asesinatos, etc.) seguramente fueron resultado de los errores que cometió (el peor de todos: que no dejaba de pensar en sí mismo y en lo “indispensable” que era para el país), pero no hay que ignorar que de esos errores se aprovecharon los hacendados, jefes militares y otros que al saberse con cierto poder se escudaron bajo su sombra para cometer todo tipo de atrocidades y abusos, porque sinceramente no creo que absolutamente todo haya sido idea suya, debió haber habido muchos que aprovechándose de la situación explotaron su propia maldad y es más, estoy segura de que fueron más crueles y sanguinarios que él. En cuanto a su método de “deshacerse” de la gente que le estorbaba o le incomodaba, sé que el quitarle la vida a las personas no se justifica con nada (y no lo estoy justificando, estoy tratando de entender) pero él fue militar toda su vida, pensaba como tal, y sé que está mal pero a pesar de todo no logro verlo como un ser particularmente perverso o siniestro. Sus acciones violentas fueron producto de ese régimen.

 

En lo particular lo que me desagrada bastante de su ideología era justamente que se veía a sí mismo casi como un Dios: eso de festejar la Independencia el día 15 de septiembre para que coincidiera con su cumpleaños fue una maniobra de lo más ególatra que hasta la fecha perdura, lo curioso es que mucha gente ni lo sabe, pero aún sin pretenderlo seguimos festejando cada año el nacimiento de “don Porfis”. Otra muestra de su enorme egolatría fue mandar a grabar su fotografía en casi todas las postales y demás memorabilia que mandó a hacer para festejar el Centenario de la Independencia. En serio se pasó al colocarse junto a don Miguel Hidalgo, José María Morelos, Vicente Guerrero y los demás. En cierta forma lo considero un héroe (venido a menos gracias al peso de sus errores, pero un héroe al fin, al menos durante un cierto período de la historia), pero colocarse a la altura de nuestros Próceres Insurgentes sí que no se le perdona, fue la cúspide de su egocentrismo (nada más le faltó poner su foto en los billetes).

Lo irónico fue que mientras el preparaba en grande los festejos del Centenario (se cansó de hacer inauguraciones por aquí y por allá, hasta un manicomio inauguró) otros le estaban “preparando” su despedida. Efectivamente, al mismo tiempo que su gobierno organizaba esos festejos, los iniciadores de la Revolución ya tenían todo (o casi todo) preparado para la revuelta histórica. Por eso a veces me da tanto miedo que algo similar este pasando justo en este momento en el que el gobierno tiene centrada su atención en los festejos del Bicentenario. A veces pienso que no es coincidencia que en este país se arme una revolución cada 100 años y sí me ha pasado por la mente una idea así de espantosa, aunque cuando se lo comenté a mi hermano me dijo que eso no era posible porque la gente está tan dormida y tan estúpida que no apoyarían una rebelión de esa magnitud y yo creo que tiene toooda la razón, además, ¿quién la organizaría? En esta época ya no hay héroes como don Miguel Hidalgo o Ignacio Allende, ni siquiera idealistas como Zapata o Francisco I. Madero. En pocas palabras: ya no hay héroes. (O como diría mi hermano: “los héroes de ahora son las laptops, los celulares, los i-pods, etc.”).

  

Antes de terminar, quiero citar dos pequeños párrafos tomados de la página que cité anteriormente, y que me llamaron mucho la atención:

 

“Durante la guerra de Reforma Don Porfirio Díaz libró 12 batallas, fue herido de gravedad, creó una policía secreta, sufrió peritonitis, instaló una fábrica de municiones, se volvió experto en ataques súbitos y emboscadas. Pero sobre todo en manejar hombres, adivinar pasiones y ambiciones, y aprovecharlas”.

 

“Con las mujeres de su familia su esposa y sus hijas Luz y Amada, ésta nacida de una madre juchiteca en los años sesenta, se mostraba tierno y respetuoso. Con los hombres, sobre todo con su hijo «Porfirito», a quien apodaban «el Chas» por su desagradable costumbre de estornudar en público, se comportaba durísimo; a los doce años lo mandó al Colegio Militar, donde fue tratado con severidad”.

 

 

Para finalizar, diré que no logro ver con claridad si la historia juzga a don Porfirio con justicia y equilibrio o lo hace con la enérgica consecuencia que sus errores le acarrearon. No se puede negar que fue un hombre trascendente, visionario, de acciones decididas, de una grandeza mal encaminada pero que a la luz de sus esfuerzos y su entrega a México como militar debería verse como tal, amante de su país, abierto a la modernidad. En esta ocasión sólo quisiera poder verlo desde mi perspectiva humana y como a un ser humano, no como a un villano o a un anti-héroe, y que no por eso se me considere como una de sus admiradoras, que a fin de cuentas, solamente estoy reconociendo algunos de sus logros y aciertos, sin negar u omitir sus errores y defectos, pues ambos existieron como existen en toda persona. No dejo de pensar en el efecto que su nombre produciría si simplemente se hubiera retirado a tiempo, si no se hubiera dejado cegar por la ambición y guiar por su vanidad y antes de cometer todos esos errores hubiera renunciado al poder. Posiblemente sería recordado como uno de los mejores presidentes de la historia y se ensalzaría su origen humilde y su servicio a la Nación como soldado. Seguramente entonces hubiera muerto en México y descansaría en la rotonda de los Hombres Ilustres. Tal vez su nombre estaría escrito con letras de oro y sus estatuas en bronce o en piedra serían las figuras centrales de varios parques y avenidas. Probablemente abundarían las colonias, escuelas,  mercados, parques y teatros que llevaran su nombre.

Pero no es así, y sin embargo, su nombre ha quedado para siempre en la historia: inmortal, perenne, vivo. Y no está escrito con letras de oro pero está implícito en el mármol del Palacio de Bellas Artes, en las escalinatas del MUNAL, en la fría piedra del monumento a la Revolución, en cada una de las ventanillas de la oficina de correos. Cualquiera que conozca esos lugares lo sabe, y lo ve, pero no hace más que callarlo porque la “lógica común” nos indica que en algunos casos, como el de don Porfirio, las faltas y debilidades de un hombre minimizan considerablemente sus aciertos y fortalezas, hasta casi hacerlas desparecer.

Publicado en HÉROES | 6 comentarios

A MI AMADA BANDERA ¡EN SU DÍA!

“Banderita, banderita,

Banderita tricolor…

¡Yo te quiero, yo te adoro

Con todo mi corazón!”

 

Debe haber sido la primera estrofa que escuché en mi vida en la que se hacía presente el amor a la bandera. En esa época nos las enseñaban a los niños de preescolar. Ahora no sé que les enseñen, pero ojalá yo pudiera transmitirles a mis niños el amor a la bandera.

 

Desafortunadamente cuando eres niño es difícil que llegues a amar a la bandera, porque no sabes lo que representa y porque es casi imposible encontrar a un adulto que muestre tanto amor por el lábaro patrio como para que puedas entenderlo.

 

Reconozco que no sabía exactamente lo que significaba la bandera. La mayoría de los niños no lo saben, ni conocen su origen ni su historia. Al igual que todos durante el preescolar, la primaria, la secundaria y la preparatoria veía a la bandera casi como un hermoso pedazo de tela. Eso sí, siempre le he tenido mucho respeto, pero cariño, amor…no sé cuando surgieron en mi corazón pero hoy los siento latir con fuerza dentro de mí porque sé lo que mi bandera representa.

 

Ayer les platicaba a los niños el origen del Escudo Nacional. Siempre me ha resultado fácil y claro imaginar a los aztecas en peregrinación desde Aztlán hasta llegar hasta lo que es hoy el corazón del país, el lugar que ellos consideraron el centro del universo (y que para mí también lo es). ¿Cómo podría no amar a mi bandera si en ella está escrita la historia sagrada de una profecía cumplida con la que se fundaron mi ciudad y mi país? No es presunción, pero creo que pocas banderas tienen un significado tan profundo: la bandera mexicana no está llena de dibujitos o figuras geométricas que yo entiendo que para los países que las tienen también significan cosas importantes, pero unos símbolos como los nuestros, una historia como esta es para enorgullecer a cualquiera. El pensar que después de 300 años de esclavitud y de influencia española, al ser declarado México como un país libre e independiente haya tomado esos símbolos aztecas me parece maravilloso. Como decía antes, ayer les platiqué toda emocionada a los niños la historia del origen del escudo, obviamente de forma breve, con palabras que ellos pudieran comprender. Se mostraron muy interesados, sé que no todos lo guardarán en su memoria de largo plazo (algunos no lo habrán guardado ni en la de corto) pero los que lo hagan tendrán la fortuna de llevar consigo esa información desde pequeños y eso les hará amar a la bandera desde temprana edad.

 

En la escuela ya no se hacen homenajes especiales y de hecho no se le da importancia al homenaje, creo que lo ven como un trámite cívico y no como un acto de amor a la patria. Desafortunadamente, como ya mencioné antes, las profesoras muestran tan poco entusiasmo que los niños no le encuentran sentido y es triste darse cuenta de que repiten en automático el juramento a la bandera y el Himno Nacional, sin tener idea de lo que están diciendo. Anteriormente los niños de tres, dos, y hasta los de un año salían a hacer homenaje. Pero algunas maestras dijeron que se perdía “mucho tiempo” y que los niños pequeños ni se daban cuenta de lo que estaban haciendo. Pienso que están en un error pero difícilmente le puedes contagiar tu sentido patriótico a personas a quienes no se los inculcaron desde pequeñas y pues como en general a la escuela este aspecto no le importa mucho pues las cosas seguirán así. Lo triste es que a los padres de familia tampoco les importe, cuando se enteraron que ya no habría homenajes especiales dijeron que iban a ir a quejarse pero al final se quedaron calladotes. Hasta hoy me doy cuenta qué triste es esta escuela sin un asta y sin una bandera que ondee en lo más alto. En las escuelas en donde estudié siempre las hubo.

 

Lo único bueno tal vez de que no haya aprendido amar antes a mi bandera es que nunca me dolió pertenecer a la escolta (claro, me viene a doler ahora cuando ya no se puede hacer nada). En esas épocas no le daba importancia, y es que nunca me eligieron para la escolta por mi baja estatura (típica discriminación de todos los maestros que forman una escolta) y esa es una de las peores injusticias que se cometen en todas las escuelas del país. El pertenecer a una escolta es un honor y un privilegio que debería ser ganado a través de la conducta y de las calificaciones y no de la apariencia física como en los concursos de belleza (de belleza exterior por cierto), pero desafortunadamente en este país la gente tiende a pensar que por alguna razón la gente alta y físicamente agraciada es “superior” en algún sentido y eso se ve reflejado hasta en la formación de escoltas, ¡qué tristeza! Es cierto, no debería quejarme porque lo repito: nunca antes me importó hasta muchos años después, hasta ahora. Mi loca idea más reciente es formar algún club (no sé de qué) en la que los miembros rindamos todos los lunes honores a la bandera. Por supuesto yo seré la abanderada.

 

A veces durante el homenaje me emociono tanto que siento que voy a llorar cuando veo pasar a la bandera. En esos momentos me vienen a la mente todas las imágenes con la historia y la belleza de México. Cuando reflexiono con detenimiento en lo que dice el juramento a la bandera también me emociono y me avergüenzo de cada lunes hagamos ese juramento en vano, de que no lo cumplamos y no seamos dignos de llamarnos mexicanos:

 

¡Bandera de México!
Legado de nuestros héroes,
Símbolo de la unidad
de nuestros padres
y de nuestros hermanos.
Te prometemos
 

ser siempre fieles
a los principios de libertad y de  justicia
que hacen de nuestra patria
una nación independiente,
humana y generosa,
a la que entregamos
nuestra existencia.

 

Le prometemos a la bandera (y con ello, a México) ser libres, justos, independientes, humanos y generosos. ¡Pero qué falacia! No cabe duda de que las personas que los escribieron eran seres completamente idealistas.

 

TOQUE DE BANDERA

Letra: Xóchitl Palomino
Música: Juan P. Manzanares  

Se levanta en el mástil mi Bandera,
como un sol entre céfiros y trinos
muy adentro en el templo de mi veneración,
oigo y siento contento latir mi corazón
 

Es mi bandera, la enseña nacional,
son estas notas su cántico marcial.
Desde niño sabremos venerarla
Y también por su amor, ¡vivir!
 

Almo y sacro pendón que en nuestro anhelo
como rayo de luz se eleva al cielo
inundando a través de su lienzo tricolor
inmortal nuestro ser de fervor y patrio ardor.

Es mi bandera, la enseña nacional,
son estas notas su cántico marcial.
Desde niño sabremos venerarla
Y también por su amor, ¡vivir! 

 

¡Qué bonito el Toque de Bandera! ¿No? Me gustaría decir que vivo por mi bandera y por mi patria, y que no me importaría morir por ellas. Me remito a la primera estrofa que dice:  

“Como un sol entre céfiros y trinos” ¡Qué belleza tan grande ver a la bandera así, como un sol, ondeando grácil y majestuosa en todo lo alto, recortando su perímetro en el cielo!

 

Y la frase: “Muy adentro en el templo de mi veneración, oigo y siento contento latir mi corazón” me parece sencillamente hermosa porque así me siento exactamente cuando veo a mi bandera: llena de orgullo y llena de amor. ¡Ojalá pudiera escribirle un poema!

 

Sin duda una de las razones por las que me gusta tanto el Zócalo de la Ciudad de México es precisamente porque la bandera siempre está ahí, y me encanta verla. Su figura es lo primero que busco al llegar y no me agrada cuando no está. En una ocasión me tocó verla bajo la lluvia: pensé que su propio peso la haría escurrirse, pero el viento soplaba fuerte y en medio de la lluvia se erguía fuerte, imponente y gloriosa. También me gusta mucho ver la ceremonia de arriamiento, ver como los soldados se forman y  luego la bajan con cuidado y todo lo que tienen que hacer para evitar que toque el piso (eso está penalizado), luego como la doblan y se la llevan a Palacio Nacional, me parece muy emotivo aunque hace tiempo no la presencio.

 

Otra cosa que me agrada es que en México las leyes sean tan estrictas en cuanto los usos de nuestro lábaro patrio y la prohibición absoluta de imprimirla en productos comerciales, eso me parece excelente. Gracias a Dios no somos como los gringos que ponen la bandera hasta en los preservativos y en todos los lugares imaginables (lo cual no es de extrañarse: son los reyes del consumismo). Eso me parece una falta de respeto simplemente porque el hecho de traer a la bandera en todas partes no quiere decir que seas patriota o buen ciudadano, eso se demuestra de otras formas, con actos concretos, no con exhibicionismo.

 

Y lo que voy a decir a continuación sonará muy tétrico, pero es la verdad (y es la primera vez que lo acepto públicamente): cuando veo que algún ciudadano mexicano (ya sea artista o político) lo están velando y en su féretro colocan una bandera Mexicana no puedo evitar sentir envidia (sí: en-vi-dia) porque pienso en lo que hizo para ganarse ese honor. No a cualquier muerto le colocan una bandera en su ataúd y yo quisiera que la mía me acompañara en la eternidad. Pienso que voy a ser mexicana en esta vida y en la otra, y si hubiera más, nunca dejaría de serlo.

 

Hace un año aproximadamente (o menos), un sitio español lanzó una convocatoria a nivel mundial para que la gente votara por la bandera más bonita de todas, y por supuesto ¡ganó la nuestra!

Hoy en su día le he dedicado estas palabras con mucho amor, mientras recuerdo un canto que aprendí en la primaria:

 

Honor a mi bandera

respeto a sus colores

cantemos hoy unidos

con gran solemnidad.

  

Emblema de mi patria

es mi bandera santa

por tí daré la vida

enseña tricolor.

  

¡Qué linda es mi bandera,

Bandera tricolor

gallarda y altanera,

hoy luces como un sol!

 

Y allá en los combates

por ti voy a luchar

gritando a cada instante:

¡Viva México! ¡Viva la libertad!

Publicado en IDENTIDAD | Deja un comentario

SÚPLICA A LA NACIÓN: ¡NO A LA PENA DE MUERTE!

Hoy quiero utilizar este espacio para expresar mi preocupación por las propuestas que a favor de la pena de muerte se han estado planteando a lo largo del país, mediante diversos medios de comunicación e incluso como puntos “fuertes” esgrimidos por algunos partidos políticos (qué tristeza, nunca pensé que en algún momento de mi existencia esto me preocuparía). Mi postura es absoluta, total y definitivamente

EN  CONTRA

Y me gustaría a través de este medio y de los que sean posibles apelar a la conciencia, a la lógica, al sentido común, al humanismo, pero sobre todo a la inteligencia de la ciudadanía mexicana para que no apoyen este tipo de propuestas por ningún motivo. Desde hace varios meses quise hablar de este tema y no me había sido posible por cuestiones de tiempo. El darme cuenta que hay ya demasiada gente en este país que está abiertamente a favor de esta condena retrógrada me hizo pensar en lo poco que puedo hacer, por lo menos mediante mis palabras para tratar de salvar lo poco que queda de bueno en el sistema de justicia, si es que algo bueno existe todavía.

En primer lugar, por favor dense cuenta de que la pena de muerte fue abolida en este país desde hace muchos años: la imposición de la misma equivaldría a un retroceso social, moral, humanitario, jurídico, espiritual. ¿Acaso ya olvidaron a la inquisición? Parecería que todos los que abogan por la pena de muerte desearan que “el santo oficio” regresara a nuestro país y con ello la crueldad, las injusticias, la muerte, la tortura y la destrucción que caracterizaron a la época colonial… ¿es ahí a donde quieren volver? Espero que no porque la tendencia social es modernizar al país y no devolverlo al oscurantismo. Si en algo México aventaja a “potencias mundiales” como Estados Unidos y China es en mantener una política en la que el gobierno no se sienta Dios y mucho menos tenga la bajeza de utilizar su nombre para matar.

El asesinar a los criminales no disminuiría el índice de violencia en este país, porque sería como cortar las ramas y los frutos de un árbol podrido y dejarle la raíz. La delincuencia solamente puede atacarse desde donde inicia: es necesario enfocarse en la formación de los seres humanos desde que son niños para que crezcan con una mentalidad sana, con valores y dignidad, y no creándoles un espíritu consumista que los haga crecer bajo la creencia de “debo obtener lo que quiero y vivir con los lujos que la sociedad de consumo me exige al precio que sea”. Estos tipos cometen todos sus crímenes solamente por dinero, porque es la única meta que se les ha enseñado a tener en la vida y sinceramente no creo que dejen de matar, robar, secuestrar o traficar con drogas solamente porque los amenacen de muerte: el dinero es su dios y por él viven y mueren, nada más les importa. Por obtenerlo están dispuestos a victimar pero también a sacrificarse, porque su ambición es mayor que cualquier otra cosa. Dudo que la muerte los atemorice.

Por otra parte habría que estar ciego para no darse cuenta de que en este país tan corrupto, con un sistema de justicia tan deshonesto en la que medio mundo está dispuesto a venderse, la pena de muerte no serviría más que para deshacerse de las personas que les estorben a los poderosos (de por sí lo hacen) aún cuando esas personas no hubieran cometido el mínimo delito… ¿y qué hay de la gente que por error o negligencia cae en la cárcel, pasa años adentro y después de algún tiempo la dejan salir con una mísera disculpa? ¿Los resucitarían para disculparse? ¡Por una sola persona que muriera injustamente bajo este régimen, vale la pena luchar en su contra! No puedo ni siquiera imaginarme que exista gente que piense siquiera en apoyar esta propuesta tan indigna e incoherente ¡ya no podemos caer más bajo como nación, como los individuos “pensantes” que presumimos ser y como sociedad!

¿Qué si los delincuentes merecen ser tratados con la misma crueldad con la que fueron capaces de tratar a su víctima? ¿Y quiénes somos nosotros para decir y decidir lo que merecen los delincuentes? ¿En qué momento y con qué privilegios nos tomamos el derecho de erigirnos en verdugos y jueces para dictar sentencias tales? ¡No, no somos nadie para hacerlo! ¡Aquél que es capaz de devolver crueldad con crueldad es igual de bajo y ruin que el que la inició! La violencia genera violencia y el mal se vence con el bien, ¡nunca con el mal! La gente se molesta y se indigna porque siente que la Comisión de Derechos Humanos aboga por los delincuentes y yo creo que tienen razón porque todos esos malvados que son capaces de secuestrar, matar y violar, en algún momento de sus vidas dejaron de ser humanos, ya no lo son más, pero ¿matarlos? ¿Les devolverá ese acto indigno la vida a sus víctimas? ¿Librará a alguien del dolor? ¿Hará mejores personas a sus jueces y a sus verdugos? Deberían simplemente encerrarlos para siempre, que no volvieran nunca a ser libres, de por sí su alma ya está condenada para la eternidad. Pensemos por un momento en lo que queremos ser: mounstros alimentados de odio y de rencor, máquinas de destrucción o simplemente humanos, valorando en todo lo que la palabra implica. Eso somos solamente: humanos. ¡Por favor, dejemos de creernos dioses, dejemos a un lado el egoísmo en beneficio de nuestro país y de nuestras almas!

Si bien la mayoría de los mexicanos no confiamos en la justicia impartida por los hombres, estoy segura de que somos también la mayoría quienes creemos en Dios. ¡Confiemos, pues en Él! La verdadera justicia vendrá solamente de su mano y como sus hijos que somos a Él no le parece que ninguna sociedad recurra a algo tan inicuo como la venganza con el pretexto de impartir “justicia” (otra razón más para despreciar a los gringos: ellos hasta el nombre de Dios utilizan para matar legal e ilegalmente porque se sienten los jueces del mundo). En uno de sus mandamientos nos indica “¡no matar!” y eso quiere decir NO MATAR. Así como quienes piensan que robar una uva es muy diferente a robar millones de dólares por ejemplo, pienso que el acto es en sí el mismo: ROBAR, hay que llamar a las cosas por su nombre. Quienes crean en el poder de la oración que no dejen de orar y que cuando tengan que hacer una pausa no la dediquen a desear ni con el pensamiento que en México se establezca la pena de muerte. Recurramos a quienes sea necesario: sacerdotes, pastores o cualquier tipo de líderes espirituales y religiosos en quienes confiemos. Quienes no crean en ellos, que recurran a los psicólogos,  o refugiémonos en el arte y en las cosas bellas que todavía hay en la vida y en el alma humana, pero no nos dejemos vencer por el odio ni por el rencor. ¡La venganza es un acto indecoroso y despreciable! ¿Por qué es más fácil de multiplicar el odio que el amor? Recordemos al propio Jesús que lejos de maldecir a los que lo torturaron y mataron se apiadó de ellos y los perdonó…a Gandhi que eligió vivir siempre con el alma llena de paz cuando pudo haber elegido vivir con odio. De eso se trata todo en la vida, de elegir, y aquí no hay más que dos opciones: construir o destruir. Para algunos tal vez no sea fácil, pero siempre es posible.

A los líderes de los partidos políticos yo les diría que tengan un poquito de vergüenza y no se aprovechen de la ignorancia, del dolor y del odio de la gente para que voten por ustedes. En realidad no les importan las víctimas caídas ni el dolor de sus familiares ni que se haga justicia, pero saben cómo aprovecharse de esa situación para obtener el voto y no hacen sino acrecentar esos sentimientos de venganza, realmente me dan pena. ¡Ofrézcanle a la gente cultura y educación, ofrézcanle la libertad necesaria para ya no ser esclavos del consumismo, para que dejen de comprar y de comprar y no piensen más en cosas materiales y dejen de matar y de secuestrar por ellas!

A las personas que han perdido a un ser querido en manos de estos criminales y que quieren vengarse, también les digo que me disculpen pero al desear para los delincuentes exactamente lo mismo que ellos les hicieron a sus familiares, están reflejando un alma y una mente igual de retorcidas, crueles y despiadadas que ellos. La ley del talión se quedó atrás hace millones de años y se quedó atrás precisamente por obsoleta e incivilizada. No le pidan a nadie que se ponga en su lugar o en el de sus familiares victimados si ustedes se están poniendo en el lugar del delincuente mismo desde el momento en que quieren lavar la sangre con sangre y renunciar a su condición humana. Nadie sino Dios les puede pedir que perdonen y eso es algo que solamente pueden consultar con su conciencia. Yo como mexicana les pido, les ruego, les suplico si es necesario que no permitan que este país se hunda más. Si ya de por sí tenemos del lado de “los malos” a los delincuentes y a los policías y políticos corruptos. Todo el que apoye la pena de muerte se unirá a ese bando y eso es lo que estos malvados quieren: una fisura por la que puedan entrar (¿más?), una división mediante la cual puedan vencer definitivamente a esta sociedad que parece debilitarse cada vez más y derrumbarse sobre las bases morales y de dignidad que algún día tuvo. ¿Que los delincuentes no la tienen? ¡Tengámoslas nosotros! ¿Porqué empeñarnos en pagarles con la misma moneda cuando eso significa rebajarnos, hacernos iguales o peor que ellos?

Yo sé que el dolor es un mal consejero, pero estoy segura de que todo ese dolor les será recompensado por Dios, Él no permitiría nunca que alguien sufriera sin aliviarle tarde o temprano, sin curarle las heridas con sus propias manos. Acerquémonos a Él, porque es la verdad más grande, más cercana, más absoluta, más amorosa y piadosa que tenemos. Su justicia es grande, certera y total. Y si todos esos delincuentes no son castigados en esta vida por sus congéneres, tarde o temprano hallarán un castigo terrible, un infierno que no sé si tiene fuego y demonios, pero en el que estoy segura sufrirán lo indecible, como ninguno de nosotros nos podemos imaginar.

Si pudiera participar en una campaña de forma activa en contra de la pena de muerte, lo haría sin pensarlo y me parecería injusto que se me dijera que esto significa “defender delincuentes”. No los defendería jamás porque lo que han hecho no se justifica con nada, porque sus actos y el vacío total que existe en el lugar en donde deberían de tener un alma me horrorizan igual que a cualquiera. Lo haría por defender a mi propio país de un retroceso que lo arrastraría cuesta abajo hacia la ignominia y el oprobio. Lo haría por no tener que verme nunca reflejada en una sociedad de la que tuviera que avergonzarme aún más, una sociedad que por venganza y odio aprobara la pena de muerte, aún cuando ello le significara degradarse.  Creo que entonces me dolería más que nunca vivir en este país.

Los héroes ya no existen. No podemos esperar a que un Miguel Hidalgo nos libere del dominio (¿o demonio?) imperialista o a que un Emiliano Zapata acabe con estos criminales a base nada más de valor. Los héroes, si queremos, podemos ser nosotros. Como adultos hagamos todo lo posible por educar a los niños que tengamos a nuestro lado: enseñémoslos a apreciar lo que realmente tiene valor, aquéllas cosas que NO se compran y que sin embargo permanecen en la eternidad. A despreciar el materialismo, a verlo como uno de los peores males de la humanidad. Y sobre todo, enseñémosles a comprar menos, y a vivir más.

Publicado en Sin categoría | 1 Comentario

CARTA A LA CIUDAD DE MÉXICO

Cierro los ojos, y te veo. Los abro…y todavía estás ahí. A donde quiera que vaya, despierta o dormida, consciente e inconscientemente, tus imágenes están grabadas en mi alma, por eso se reproducen constantemente, sin necesidad de evocarlas con premeditación. Eres sin duda, uno de mis grandes amores, en magnitud y profundidad, en materia y en espíritu, en tiempo y esencia.

Ignoro por qué este inmenso amor se manifiesta de esta forma tan concreta: siempre he pensado que te amo como se ama a una persona: igual que a una persona te extraño, te sueño, te pienso, te acepto con tus defectos y te magnifico. Igual que si se tratara de un ser corpóreo, mi ser se siente abrazado y protegido cuando en presencia física me encuentro junto a ti, dentro de ti.

Y hablo de mi “presencia física”, porque espiritualmente siempre he estado contigo y en ti. Si materialmente recorro kilómetros para estar a tu lado, en mi pensamiento no han existido nunca tiempo o distancia que nos separen. Hemos estado juntas desde el principio, y es sólo cuando el pensamiento no me basta, que la nostalgia me inunda por completo; y es entonces cuando mi ser entero me pide y me reclama ¡verte! ¡olerte, tocarte, escucharte, sentirte! para poder calmar la ansiedad que nuestra separación corpórea me produce. Y es entonces cuando corro hacia ti, regalándote horas de mi sueño, exponiéndome sin importarme a diversos peligros. Es entonces cuando recorro las venas de asfalto de este país, que en medio de pueblitos y paisajes naturales me llevan a su corazón… ¡Ese corazón eres tú, y esa madre que me espera con los brazos abiertos! ¡Y esa amiga, y esa hermana! ¡Y ese amor tan grande, tan grande y tan bien correspondido!

Cada vez que regreso, sé que no me he ido nunca: que cada viaje forma parte de uno sólo: de un ir y venir continuo, de un acto cíclico. De algo que no puedo terminar, porque este amor no tiene medida ni fin. Y sin embargo, cada vez que regreso, veo algo nuevo en ti, y al mismo tiempo te veo igual. Ese es sin duda uno de tus mayores encantos: saberte siempre nueva y llena de historia a la vez. Recorro las calles de tu Centro Histórico siempre con asombro, como si no las conociera, y es que nunca dejarán de sorprenderme. Caminar por ellas es una experiencia atemporal e infinita. Los ecos de tu historia y de tu pasado respiran en ellas y al pasar siento esa fuerza atrayéndome irremediablemente, invitándome a quedarme en ti, a entregarme a tu vertiginosa belleza. Y me quedo unos días, y me entrego a ti completamente. Y al paso del tiempo aprendí a disfrutar de la brevedad de esos instantes sin tener que sufrir después de la partida. Y es que al irme te llevo conmigo, y me quedo contigo; de tal forma que ya nada puede separarnos.

Como en un rito ancestral, me dirijo obligatoriamente al Templo Mayor. Alguna vez los aztecas lo consideraron el centro del universo. Yo sé, yo siento que ES el centro del universo. Me miro aquí y me olvido de que hay un mundo afuera. Puedo pasarme horas contemplando este fragmento de pasado vivo y ardiente. A través de mis lágrimas veo ruinas, pero más allá de ellas logro ver el esplendor de una ciudad maravillosa, de una cultura única. Alguna vez, algo dentro de mí me dijo que antes estuve ahí…cuando el esplendor de Tenochtitlán sorprendió a los crueles conquistadores, quienes una vez repuestos de tal sorpresa la saquearon y la destruyeron sin compasión. Alguna vez una voz me dijo que yo fui un miembro de esa cultura azteca; entregada al sacrificio para los dioses, o quizás sacrificada por los invasores. “¡Yo he estado antes aquí!” me murmuraba esa voz y en mi mente se reproducían las imágenes de los mercados, de las pirámides, de la gente que iba y venía a través de las chinampas. Y es algo que aún puedo ver cuando estoy en el Templo Mayor.

Al pasar por otras calles (del Centro Histórico también) la gente a mi alrededor y los autos desaparecen para dar paso a las calesas y a las carrozas tiradas por caballos. ¡Cuántas veces he escuchado el inconfundible sonido de sus cascos sobre esas calles empedradas! Ahora la gente que pasa viste diferente: las mujeres usan faldas muy largas, pero las ricas, al  igual que antes las aztecas, también llevan plumas en la cabeza. Los hombres, ricos o pobres, todos usan sombrero. Los observo diligentemente pero no siento estar realmente a esta época ni haber pertenecido a ella como sucedió con el período azteca. Durante mucho tiempo estoy convencido de haber entregado la vida en la piedra de los sacrificios, hasta que empiezo a conocer otras épocas en la historia de mi amado país. Nuevamente cambio de época.

Ahora me encuentro en los años 30’s y 40’s. Estamos en plena época post-revolucionaria. La agitación de la ciudad se debe a esa gran bocanada de aire cultural que surge de sus entrañas, así como a las que han sido traídas por vientos extranjeros. Todas se han unido aquí. Y todas fluyen y se multiplican incesantemente, rozando de forma involuntaria y por demás original a quienes encuentren a su paso. Por primera vez en este país, la cultura y el arte se han vuelto contagiosos, y hay espejos en todos lados que los reflejan. México es declarado como “un país surrealista”, por los surrealistas mismos. Para mí el 2008 fue el año de este “descubrimiento”: año en el que me enamoré irrevocablemente de los contemporáneos y del furor de la época, por el crecimiento cultural y artístico que representó: Frida Kahlo, Diego Rivera, Manuel Álvarez Bravo, todos, todos estaban ahí: como si la historia misma hubiera elegido un pedacito de tiempo y lo hubiera decorado de manera excelsa, dejando muy poco para épocas posteriores. Camino nuevamente por esas calles y otra vez la gente desaparece: solamente soy capaz de verlos a ellos: los poetas que atraviesan de un lado a otro las calles dirigiéndose a la imprenta, los pintores con su material bajo el brazo, las musas mitad humanas y mitad diosas que pululan caminando y a veces levitando por esas calles, las expresiones que significan lo mismo en español, francés, inglés o italiano, la ciudad esplendorosa que sirve de exquisito marco a toda esta revolución ideológica: ¡Tú, mi ciudad! ¡Esto no podía haber sucedido en ningún otro lado! Me veo nuevamente caminando por las calles del presente, pero no puedo evitarlo: cada ventana cerrada de cualquier edificio deshabitado me llama con ansiedad: intento adivinar qué poeta o pintor vivió en cada una de ellas. Estoy segura de que guardan fantasmas, y que esos fantasmas conocen todos esos secretos, de que tienen todas las respuestas. Tengo algunos datos: la azotea del edificio que se encuentra en la calle de Donceles esquina con República de Argentina. Leí que ahí vivieron Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, ahora la parte de abajo es un negocio escandaloso. ¿Habrá forma de subir y escudriñar? Se dice que antes vivieron en República de Brasil 42. Me dirijo hacia allá, entro con un temor que logro vencer y subo hasta el último piso: todo está cerrado y abandonado y sin embargo me atrevo a imaginarlos subiendo por esas escaleras. Estoy segura de que si lograra entrar, de que si lograra tocar esas paredes y respirar esa atmósfera, decenas de revelaciones me llenarían la mente, el corazón y el cuerpo. De lo que no estoy segura es de poder entrar algún día. Y todo, ¡todo sucedió aquí, Ciudad mía, bajo el amparo de tu eterna grandeza!

Una de las imágenes más claras que vienen a mi mente, es la de tu clara y agitada belleza apreciada desde el cielo. La primera vez que viajé en avión fue precisamente para encontrarme contigo. ¡No dejo de agradecerle a Dios esa imagen, tan clara en mis ojos y en mi pensamiento como entonces! Eran aproximadamente las 6 de la tarde: la hora exacta en la que se mezclan la claridad del día y la obscuridad de la noche, tus luces ya estaban encendidas y al mirar por la ventana no pude sino maravillarme ante lo que vi: millones de lucecitas circulando por tus arterias abiertas, toda tú en plena efervescencia: la del día que recibe a la noche, la del ser amado que vibrante recibe a quien más le ama. Siempre tuve miedo de viajar en avión pero esa imagen hizo que valiera la pena y en ocasiones anhelo verte desde las alturas una vez más.

A veces pienso en lo mucho que me has dado, y en lo poco o nada que has recibido de mi parte. Yo no he podido darte sino palabras, palabras  y más palabras, que finalmente son todo lo que tengo, todo lo que soy. Hace algunos meses empecé a escribirte un poema pero no he podido terminarlo porque te mereces lo mejor, porque quisiera la perfección en ese poema que ha de ser digno de tu belleza y tu magnanimidad. ¡Tengo tantas cosas que decirte y qué agradecerte! Por ejemplo, tus museos… ¡Oh, tus museos! ¡Son corazones que laten y aportan sangre nueva, son almas, son oasis, son aliento, son respiración revitalizante, son inspiración divina! ¡Que Dios los conserve siempre!

Esta es la primera carta que te escribo, Ciudad mía, Ciudad de los Palacios. Como decía al principio, te escribo como si de una persona te trataras. Así te extraño, mi muy Noble y Leal Ciudad de México, así ansío verte de nuevo y sentirme parte de ti hoy y siempre: que mi destino esté unido al tuyo eternamente.

Publicado en CIUDAD DE MÉXICO | 1 Comentario

HABÍA UNA VEZ UN PAÍS…

Soy una persona que lleva en las venas altos índices de nostalgia. Nunca he podido evitar mirar hacia atrás y sentir profundas añoranzas por los recuerdos vividos que ya no han de volver nunca. Sobre todo por aquéllos que estoy segura nunca, nunca volverán. La ciudad en la que nací y mi niñez son los dos recuerdos que con más frecuencia evoco, que más extraño, que más amo, que más me duelen. Quizás la primera la alivio un poco porque puedo regresar a ella cada vez que tengo vacaciones. Mi niñez en cambio, es un terreno que ya nunca, jamás volveré a pisar. La contundencia de esas palabras y la certeza absoluta de que así será me producen serios conflictos, un dolor que nunca podré superar, sobre todo porque sé que no puedo hacer nada para que esto cambie.

Estoy entonces, acostumbrada a mirar hacia atrás, y no me importa que digan que no hay que hacerlo. ¿Quién lo dice? ¿A quién le afecta que lo haga? Nadie me conoce lo suficiente para entender porqué no puedo ni dejaré nunca de hacerlo. Lo escribí ya una vez y lo repito: no vivo de recuerdos, pero si vivo con mis recuerdos.
La nostalgia a la que me voy a referir este día tiene algo que ver con mi niñez, pero más que nada tiene que ver con un país que era diferente cuando nací y cuando fui niña. Un país que solo logro encontrar en el pasado y que no logro reconocer en el presente ni mucho menos visualizar en el futuro. Un país al que amé y al que extraño todos los días. Un país que de pronto desapareció sin que muchos de nosotros nos diéramos cuenta.

Cuando era niña, lo recuerdo perfectamente, mi hermano y yo jugábamos en las calles. De hecho yo dejé de hacerlo cuando entré a la adolescencia, él siguió jugando fuera de la casa durante algún tiempo más. Y era lo normal ver las calles llenas de niños, incluso jugaban en plena calle, nada más se hacían a un lado cada vez que pasaban los autos. Mi mamá nos enviaba al mercado solos y nunca tuvimos miedo. A veces íbamos los dos juntos, a veces mi hermano solo, a veces yo sola. Mi mamá nunca tuvo miedo de que algo malo nos sucediera. Cuando entré a la secundaria mi papá me llevaba en las mañanas, pero a la salida me regresaba caminando yo sola. Y todo eso era absolutamente normal. Durante esa etapa no recuerdo haber escuchado jamás términos tales como “narcotraficante”, “secuestrador”, “violador” o “pederasta”. Por supuesto que ya existían pero en esa época se escondían, su presencia pasaba casi inadvertida. Tenías que ser una persona realmente multimillonaria para correr el riesgo de un secuestro o, si eras mujer, salir sola de noche y pasar por “calles peligrosas” para exponerte a una violación. Cuando a una persona le robaban su auto era porque lo había dejado mucho tiempo en alguna calle considerada “peligrosa”, y cuando asaltaban a una persona en la calle era muy raro que la golpearan o la mataran: tenías que tener muy mala suerte para que te pasara eso.

A los únicos que les teníamos miedo era a los borrachos y en menor medida a los ladrones, pues en esa época solamente robaban a las personas que tenían mucho dinero y la forma más eficaz de defenderte de ellos era dejar bien cerradas las puertas y las ventanas durante la noche, porque en ese entonces solamente robaban de noche cuando la gente dormía, o mejor aún: se esperaban a que la casa estuviera vacía para entrar a saquearla. Nunca se les hubiera ocurrido entrar en el día y violar a las mujeres para después matarlas junto con los demás que estuvieran ahí para después salir de esa casa llevando como botín solamente una tele y un estéreo, por ejemplo.

No sé cuánto tiempo pasó, pero estoy segura de que no fue mucho. La explosión demográfica se disparó, el imperialismo y la globalización nos enseñaron que ser consumista era fácil y necesario y de repente un día todos nos volvimos materialistas, y en ese afán, el espacio entre una clase social y la otra se fue ampliando cada vez más hasta marcar diferencias abismales. Pero un día llegó la tecnología, dispuesta a erradicar esas diferencias y se instaló cómodamente como un artículo de primera necesidad en las mentes de cada uno de los consumistas que habitan el país. Esa necesidad de posesiones materiales al precio que fuera, abrió la puerta a otros anti-valores sociales, y de este modo el individualismo, la indiferencia y el egoísmo pasaron a formar parte de una cotidianeidad a la que abrían de abrirse nuevas opciones. Y si bien, hubo una época en la que tenías que trabajar honradamente y ahorrar para poder comprarte uno que otro gadget  tecnológico, las ya de por sí afectadas estructuras morales terminaron por pudrirse por completo, dando así inicio a una nueva era en la que lo único que importa son precisamente esas posesiones materiales, dando por hecho que es lo de menos si para ello tienes que convertirte en un narcotraficante, en un asesino, en un secuestrador o en el dirigente de una red de pornografía infantil. A fin de cuentas, la meta es hacer dinero, ¿no? ¡Ese es el mensaje con el que segundo tras segundo nos bombardean los medios de comunicación! Esos mismos medios que se “indignan” con el aumento de la violencia son los mismos que contribuyeron durante años a propagarla, a hacerla un modo de vida. Desde luego no son los únicos culpables, pero son los principales de enviar a la gente el mensaje que antes les costaba un poco más de trabajo descifrar: SI NO TIENES DINERO (BIENES MATERIALES O LO ÚLTIMO EN TECNOLOGÍA) NO ERES NADIE. Hoy puede leerse en todos los comerciales de televisión y radio, revistas, internet, catálogos. En una sociedad tan fácil de manipular como  la nuestra el mensaje fue seguido al pie de la letra, y si a eso le sumamos la falta de educación y de valores de toda la gente que termina siendo delincuente o criminal obtenemos individuos sin alma, sin control, movidos por la idea (con la que fueron hechos) de que lo único que importa en esta vida es el poder y el dinero. Como ya dije antes, el no haber ejercido un control de natalidad, no haber mejorado la calidad de la educación (en todas sus formas, incluyendo valores y educación espiritual), y  haber permitido los avances de la política globalizadora en una sociedad que NO PERTENECE al primer mundo, desató la proliferación de delincuentes en grandes cantidades, ávidos de proveer y poseer, deseosos de ejercer la violencia como símbolo de poder, destinados únicamente a destruir, siendo que ellos mismos fueron destruidos (o se autodestruyeron) espiritualmente y que además, son absolutamente incapaces de crear.

 
Hoy recuerdo ese país en el que nací y mi nostalgia es grande y terriblemente profunda. Lo extraño igual que extraño mi niñez. No sé lo que daría o haría por recuperarlo. O por regresar a él y a sus ruidosas calles llenas de niños, los mismos que hoy se esconden tras un video juego o una computadora para no ser heridos, para no ser torturados. A ese país en el que el lugar común de los delincuentes era estar tras las rejas. Hoy somos nosotros los que nos resguardamos tras ellas, como si ahora ser una persona honrada fuera un delito que perseguir. A ese país en el que los narcotraficantes se escondían y vivían entre las sombras, y no vivir más en este, en el que sobrevivimos con temor, escondiéndonos de ellos, rogándole a Dios que nuestro camino no se cruce jamás con el de ellos.

¿En dónde está ese país?

¿En qué momento lo cambiamos por artilugios luminosos y efímeros como alguna vez los aztecas cambiaron oro por espejos sin valor?

¿Cómo recuperarlo si las nuevas generaciones ya vienen configuradas para rendir culto al materialismo y a las cosas superficiales?

Siento ser tan pesimista y tener tan pocas esperanzas en cuanto al futuro de mi MÉXICO amado, pero si de mi niñez a la fecha he visto cambios tan desalentadores en cuestiones morales y de seguridad, ¿cómo puedo siquiera vislumbrar el menor indicio de que las cosas vayan a mejorar?
Este sentimiento es doloroso y frustrante. Olas de impotencia y desesperación se estrellan en la roca de mi desesperanza. Yo creo en Dios, aunque no lo vea. Pero no creo en la humanidad precisamente por lo que en ella veo. El consenso general es de malestar por la inseguridad y la impunidad, pero estoy segura de que si se hiciera una encuesta nacional, la mayoría de la gente no renunciaría a sus celulares, a sus teles o a sus autos a cambio de una vida de tranquilidad (esas máquinas le absorben tanto la vida a la gente que se ha vuelto totalmente dependiente de ellas). Por eso no puedo, y no quiero dejar de mirar hacia atrás: al México que me acunó por primera vez entre sus brazos y en el que fui tan feliz. ¿Lo veré alguna vez, en otro tiempo, en la distancia, en otra vida, en otra dimensión, en algún sueño?

También me es inevitable traer a mi memoria el trágico recuerdo de uno de los hijos más nobles de este país: el notable arquitecto y pintor Juan O’Gorman, quien, víctima del desaliento se suicidó como consecuencia de una depresión ocasionada por ver la “deshumanización de la sociedad”. ¡Pobre hombre! ¡No había ninguna esperanza para él! ¡No hubiera soportado nunca este siglo en el que los vacíos emocionales y espirituales intentan llenarse con parches hechos de metal…

 

Ojalá Dios se compadezca de este país.

Publicado en NOSTALGIA | Deja un comentario

RECORDANDO A MANUEL ACUÑA

  

Durante la más reciente feria del libro en el Zócalo de la Ciudad de México (Octubre de este año), tuve la fortuna de adquirir (entre otras cosas) el CD “MÉXICO A TRAVÉS DE SUS CANCIONES: POETAS, MUSAS, GUERREROS Y OTROS HÉROES”. Un disco doble súper recomendable que contiene relatos seguidos por canciones relacionadas con el tema de cada relato. Como su nombre lo indica las canciones están relacionadas con la Historia de nuestro amado país y se divide en 4 temas: “Independencia”, “Juárez y Maximiliano”, “Invasión Norteamericana” y “Poetas y Musas”. De este último tema extraje el siguiente relato, relacionado con el suicidio de Manuel Acuña, a su vez tomado del libro “El Verdadero Manuel Acuña, escrito por Pedro Caffarel.

 

“5 de diciembre de 1873.-Manuel Acuña pasa la mayor parte del día con Juan de Dios Peza. Por la tarde, durante un paseo por la Alameda, le dedica su soneto titulado “A un arrollo”. Al anochecer se despide de su amigo en la calle de Santa Isabel, frente a la casa de Rosario de la Peña, con éste diálogo.

 

– Mañana, a la una en punto, te espero sin falta.

– ¿En punto? – interroga Peza.

– Si tardas un minuto más…

– ¿qué me sucederá? –insiste el amigo.

– Que me iré sin verte –puntualiza Acuña.

– ¿Te irás adónde?

– Estoy de viaje…sí…de viaje…lo sabrás después. 

 

Acuña entra en aquélla casa, Peza se aleja apesadumbrado porque advierte que el poeta sufre una crisis…Al día siguiente, Manuel Acuña se levanta muy tarde; pone en orden su habitación; hace él mismo su lecho; se asea, y escribe cinco cartas: una de ellas para su madre,…Sale de su habitación a las doce y se encamina a la imprenta Valle Hermanos, ubicada en la cercana calle de la Perpetua, donde saluda al escritor Gustavo Baz que ha ido a recoger unas pruebas de imprenta del periódico “La Nación”. Pocos minutos después regresa a los corredores de la Escuela de Medicina, conversa unos momentos con sus compañeros de estudio y pasado el mediodía, entra en su cuarto para no salir más. Con mano firme escribe una última carta para el doctor Manuel Domínguez, maestro y prefecto de la escuela, haciéndole saber que el veneno que ingiere es cianuro de potasio para que se evite la autopsia a su cadáver. “Haga usted que no despedacen mi cuerpo…” le pide. Por último, en otro pliego, traza estos patéticos renglones: “Lo de menos era entrar en detalles sobre la causa de mi muerte, pero no creo que le importe a ninguno; baste con saber que nadie más que yo mismo es el culpable”.

 

Diciembre 6 de 1873, firma:

Manuel Acuña

 

Este relato me conmueve especialmente porque Manuel Acuña fue uno de los primeros poetas de los que tuve conocimiento, cuando estudiaba el primer grado de secundaria. Yo era todavía una niña y me impresionó saber que se había suicidado, es curioso porque a la fecha escuchar de algún poeta suicida ya no me causa ninguna sorpresa. Recuerdo que el maestro nos pidió llevar a la clase sus poemas “Nocturno a Rosario” y “Ante un cadáver”. Las leímos y por supuesto lo más comentado era el hecho de pensar que Manuel Acuña se hubiera suicidado como consecuencia de la decepción amorosa sufrida por la ahora también famosa Rosario. Es triste pensar en ello, sobre todo porque tenía apenas 24 años de edad y estaba estudiando medicina (por eso supo exactamente cómo envenenarse). Vivía muy cerca de la escuela de medicina, de hecho en la misma calle. He pasado varias veces por ahí, hay una placa que dice “Aquí vivió y murió el célebre poeta Manuel Acuña” (bueno tal vez no diga eso exactamente pero indica que vivió ahí). Es igualmente triste recordarlo e imaginar que como todo poeta, tenía incubada la melancolía en la sangre. Afortunadamente para su memoria la historia oficial nos dice que “Murió por amor” y eso en esa época era creíble, y el que se suicidaba por amor era considerado un Héroe Romántico, y no un psicópata obsesivo o un inadaptado como se le consideraría hoy en día.

 

En el disco antes mencionado se incluyó una versión “tropical” (parece que es un mambo, qué sé yo, a mí todos esos ritmos para bailar se me confunden) que en lo particular no me gustó. Y no por el hecho de que hayan musicalizado el poema, puesto que he escuchado poemas musicalizados que no se escuchan tan mal. Pero pienso que con el hecho de que lo hayan hecho “para bailar” corre el riesgo de llegar a oídos de los más ignorantes y esto sería excelente si esas personas lo bailaran hasta el cansancio siempre y cuando supieran que se trata de un poema escrito por Manuel Acuña, pero lo triste es eso, que ni siquiera se van a enterar, pensarán que es una canción tropical y populachera como cualquier otra y eso es igual de triste y lamentable que la muerte de Manuel Acuña.

 

Ojalá no se agravie así su memoria.

 

Publicado en HÉROES LITERARIOS | Deja un comentario

LA ALEGRÍA DE SER MEXICANO

De las Bellas Artes mi favorita es la literatura, y dentro de la literatura, la poesía. Es mi vocación, mi esencia, mi pasión, una de las razones más importantes que tengo para vivir.

Sin embargo, hoy quiero hablar de otra de las Bellas Artes, la que considero que destaca de entre las otras por ser la más alegre de todas, de hecho yo diría es la única que se caracteriza por su permanente carácter festivo y gozoso: la danza folclórica.

Como amantes del arte podemos leer un poema, escuchar una canción o admirar una pintura que podrán despertar en nosotros diversos sentimientos, por lo general, de alegría o de tristeza. La danza folclórica en cambio siempre produce en el ánimo sentimientos de júbilo, de dicha, de orgullo, de completa satisfacción.

La danza folclórica es una fiesta llena de color, belleza y movimiento. La celebración más hermosa de cuantas puede haber de lo que significa haber nacido en este país tan hermoso.

Nunca he podido contener el llanto ante la contemplación de un espectáculo tan emotivo como este. Y es irónicamente cierto, que su belleza y festividad me conmuevan hasta el llanto a pesar de ser, como ya dije antes, la única de las Bellas Artes que transmite 100% alegría: la alegría de ser mexicano.

Ver a los danzantes ejecutar sus movimientos con gracia y soltura acompañados de la música me hace pensar que cada vez que lo hacen le declaran su eterno amor a México, con sus cuerpos, con sus miradas, con sus sonrisas y demás expresiones faciales. Me gusta creer que sus largas y arduas horas de ensayos se las dedican con amor a este país, como una pequeña retribución por todo lo que él les da. Que en cada ensayo y en cada ejecución se le entregan con pasión y alegría, con entusiasmo y agradecimiento. ¿Qué forma de amar puede haber más armoniosa y colorida que ésta? Puedo ver los “¡te amo!” en cada zapateo. En cada serpentear de las faldas y manejo de los sombreros puedo leer claramente “¡soy tu hijo y estoy orgulloso de ti!”  Pienso entonces en toda la grandeza del país representada por esos vestuarios, esa música y esos movimientos. Esos pensamientos me estremecen y eso es precisamente lo que me hacen llorar.

Nunca tuve ni tendré la suerte de declararle así mi amor a México, de esta manera corporal y sonora, tan directa. Y no porque no lo haya deseado, pero la combinación de mi timidez y mi falta de talento para las ejecuciones (léase pésima motricidad gruesa y falta de coordinación) harían de mi esfuerzo un torpe intento inútil. Y es que lo mío, mi fortaleza, son las palabras. y por eso con ellas reconozco a la danza folclórica como la más abierta y vistosa manera de demostrar a México cuánto se le ama.

Publicado en ARTE Y CULTURA | Deja un comentario

RECUERDOS VIVOS DE DÍAS DE MUERTOS

I. EVOCACIÓN

Tengo 4 años y estudio en el Colegio Montessori, en el estado de México. Estoy emocionada porque de la escuela saldremos a dar un paseo por los mercados de la colonia. Ayer me disfracé de brujita y lo disfruté, como disfruté siempre disfrazarme cuando era niña. La verdad es que me veo muy bonita en la foto. Lo cierto es que el 99% de las personas fuimos bonitos de niños, o tal vez seguimos siéndolo, pero al paso de los años nuestros ojos se cansan, se desgastan y dejan de funcionar igual. Quizá eso cambia la percepción de las cosas y de las personas. Como dije antes, mis papás me disfrazaron de brujita pero jamás me dijeron que era el Halloween, gracias a Dios.

Tampoco sé que ahora estamos festejando en el Colegio el Día de Muertos. Sólo sé que vamos a salir y eso me emociona. La maestra (mi querida, queridísima maestra “Cuca”…¿en dónde estará ahora?) nos forma como siempre por parejas y nos dice que nos demos la mano, que caminemos despacio y sobre todo que no soltemos para nada la mano de nuestro compañero. Fui siempre una niña tan obediente que jamás olvidaré aquélla ocasión en la que fuimos al deportivo: iba tomada de la mano de un niño, tenía ganas de soltarla nada más un ratito porque estaba sudando y me dolía, pero la indicación era muy clara: “no suelten en ningún momento, para nada, la mano de su compañero”, y me aguanté el dolor y no la solté. Supongo que aquél niño era tan obediente como yo, porque tampoco soltó mi mano.

Empezamos a caminar por aquéllas calles que recuerdo perfectamente: las primeras calles que registró mi mente, por donde mi infancia transcurría, tranquila y apacible. Será porque en esa época las calles eran tranquilas y apacibles y los niños salíamos a ellas con naturalidad y sin miedo. Me resulta fácil evocarlo, las imágenes están vivas en mi mente: antes de entrar al mercado empezamos a ver los puestos llenos de calaveritas de dulces. Aquél fue mi primer día de muertos y por lo tanto el más significativo. Seguimos caminando: todo está lleno de color…las flores de cempasúchil adornan cada uno de los puestos que recorremos. Por aquí y por allá, la gente vende veladoras, calaveritas, pan de muerto. Aquél día me di cuenta, sin darme cuenta tal vez, lo que significaba el Día de Muertos. Mis ojos de niña se llenaban por primera vez de todos esos símbolos que pueden no significar nada para otras culturas, pero que para la nuestra representan toda una tradición propia, un misticismo ancestral pagano y sagrado. Ese día lo aprendí y no lo olvidé jamás. Alguien compró las calaveritas de dulce y las comimos con entusiasmo al regresar al Colegio. Fue la primera vez y la última. Cuando nos fuimos de México y llegamos a esta ciudad ya nada volvió a ser igual: aquí no se llenan los mercados de calaveritas y flores de cempasúchil, las primeras las venden sólo en los supermercados y las segundas en los panteones. Aquí los mercados son muy feos por cierto, no recuerdo que nos hayan llevado a visitar ninguno.

 

II. LA REALIDAD

Entonces no le tenía miedo a la muerte. No sabía lo que era. Cuando empecé a tratar de entender el concepto (tendría ya 5 o 6 años) pensé que solamente se moría la gente muy viejita o la que por “mala suerte” se enfermaba de algo muy, muy grave, pero estuve segura durante algún tiempo de que no nos sucedía a todos. No recuerdo a qué edad comprendí que la muerte era nuestro destino final, el único tal vez que todos tenemos en común. Recuerdo que a veces pensaba profundamente en ello y me aterrorizaba, tanto, tanto que me acostaba en mi cama a llorar. No quería que “eso” me sucediera. Simplemente la idea de “no estar más aquí” me enloquecía, me deprimía terriblemente, tanto, que dejé de pensar en ello. Era la única forma de sobrellevarlo, aunque por momentos me asaltaba la idea, y no podía hacer otra cosa más que llorar.

Cuando murió mi abuelita “Nico” (que en realidad era mi bisabuelita) yo tenía 11 años. Vi a mi mamá llorar mucho por ella. Sabía cuánto la quería. Es muy triste decirlo, pero yo no pude llorar, aunque sí me puse muy triste. A mi abuelita la veía solamente cada año y aunque llegábamos a quedarnos a su casa en realidad no conviví mucho con ella, no llegué a conocerla por un trato personal, sino por todo lo que mi abuelita y mi mamá me han contado y me siguen contando de ella. Su recuerdo está vivo y me siento orgullosa de sus raíces guanajuatenses. Pero no pude llorar. Tampoco lloré cuando murió mi tía Isabel, mi tío Valente, mi tía Clementina, mi tío Gabi, mi tío Antonio o mi abuelito. Tal vez lloré poquito, me dolieron, me puse muy triste, pero no pude llorar. Repito que es muy triste porque tal vez llorar hubiera sido lo correcto, pero a todos ellos los veía esporádicamente y aunque me quisieron y yo los quise, el tiempo que pasamos juntos no fue suficiente, aunque no niego que los extraño, que siempre los recordaré…que deseo volver a verlos en algún lugar, que me hubiera gustado conocerlos bien y haber llorado mucho por ellos.

Mi terror a la muerte  y la lejanía que existía entre nuestra familia fallecida de México  y nosotros me hizo ver los festejos de Día de Muertos como algo distante, a veces incomprensible. A veces me parecía algo medio loco que la gente festejara a la muerte “si es algo malo” – pensaba yo. Aunque siempre me pareció muy original la idea de que esa noche de muertos, las almas regresaran “del más allá” para el banquete que se les ofrecía en el altar, y las calaveritas de dulce me seguían llamando la atención.

 

III. TRADICIÓN UNICA

Años más tarde, y después de haber leído, investigado un poco y comparado esta tradición con otras me doy cuenta, llena de orgullo, que la Celebración del Día de Muertos es la más mexicana que pueda existir (sin tomar en cuenta el Día de la Independencia, que es muy aparte) y con esto quiero decir que NINGÚN PAÍS en NINGUNA PARTE DEL PLANETA festeja a los muertos ni “convive” con ellos con esa armonía y naturalidad, tan características de estas fechas. Cientos y quizás miles de extranjeros viajan cada año a Janitzio para presenciar la ceremonia famosa a nivel internacional, todos quedan maravillados, reporteros de muchos países coinciden en que es una experiencia única, jamás imaginada. Varias cadenas de televisión también de diversos países han realizado programas especiales al respecto. A mucha gente extranjera le sorprende esta celebración y le produce curiosidad y es natural, no existe en otra parte del mundo. Es decir, en México celebramos la Navidad y recordamos la Semana Santa muy a nuestra manera, pero son fechas que se recuerdan en casi todo el mundo. La independencia también la festejamos en forma mexicanísima pero no somos el único país que festeja su independencia. Por eso me atrevo a decir que el Día de Muertos es la tradición más mexicana de todas, la más mística, la más espiritual por supuesto (debería ser la Navidad pero en esta época ya está demasiado afectada por el consumismo), la celebración que más nos acerca a nuestra realidad, a nuestras raíces, a nuestros ancestros, a nuestra comida. En un día de muertos vemos los elementos en un altar y no encontramos nada gringo o chino o coreano, TODO, ¡TODO ES NUESTRO! desde la alegría de pensar que nuestros muertos nos acompañan por una noche, o por un ratito, hasta el dolor de recordarlos y saber que ya no están físicamente con nosotros. Hasta tenemos a la mexicanísima “Catrina” que en estos días se hace presente por doquier. Los altares y las ofrendas son lindas porque están llenas de flores y de color, y de comida…y las almas lo saben y por eso vienen esa única noche a festejar con nosotros los misterios más grandes de todos: la vida y la muerte, la dualidad más sagrada de cuantas puedan existir. Tal vez tardé mucho tiempo en entenderlo porque no acostumbro visitar los panteones (algunas veces vamos cuando visitamos la Ciudad de México) o porque mi visión era muy estrecha y mi actitud hacia la muerte de profundo terror. Festejarla me resultaba incomprensible, lo más lógico y natural era tenerle miedo.

 

IV. LA PARTE MÍSTICA: TRATANDO DE ENTENDERLA

Hoy no puedo decir que ya no le temo, a veces le temo tanto que ni siquiera la llamo por su nombre (prefiero referirme a ella como “la ausencia definitiva”), pero voy tratando de entenderla más, de aceptarla como parte de esa dualidad propia de las -simplemente inalterables- leyes del universo. Lo curioso es que a pesar de mi temor, alguna vez escribí en un poema que “es el principio de una vida junto a Dios” y que es “un estado superior”. Si realmente la viera con todo el misticismo de que soy capaz, tendría que decir que es “la liberación del alma”, el momento en que por fin escapa de su cárcel corporal e inicia el viaje eterno,  en el que habrá de encontrar la verdad suprema, la libertad infinita. Y aún con todo eso, es anti-humano desear morir, es una ofensa a Dios que nos regaló la vida. Alguna vez escribí también que la vida y la muerte son aliadas: la primera crea un producto que tarde o temprano entregará a su contraparte: jamás podrán de ser socias.

El tema –y la idea– de la muerte, en fin, es inagotable, extenso, profundo. Muchos artistas y filósofos han escrito o llevado a cabo obras en torno a ella. Destaco por supuesto a mi poeta favorito: Xavier Villaurrutia, a quienes algunos llaman incluso “el poeta de la muerte” o “el poeta enamorado de la muerte”, ya que es un referente continuo en toda su obra. La poesía de Xavier Villaurrutia me ha ayudado mucho a entender a la muerte, a temerle un poquito menos (eso depende de mi estado de ánimo, de cómo la esté pasando en cada instante de mi vida) y sobre todo a respetarla (con esa mexicanería de que “hay que reírnos de la muerte” si que no estoy de acuerdo). De hecho “Décima Muerte” es uno de sus poemas más conocidos, aunque también escribió “Nocturno en que habla la muerte” (este en particular me parece de un final escalofriante), “Nocturno muerto”, “Cementerio en la nieve”, “Muerte en el frío”, “Epitafios” y “Volver” (además de que uno de sus mejores poemarios llevó el título de “Nostalgia de la Muerte”), sólo por mencionar algunos, ya que son muchos más aquéllos en los que recurre a la muerte como protagonista principal de su poesía. Tal vez en un principio sea difícil de entender su inclinación hacia un tema que a la mayoría nos parece tan sombrío. Es necesario leer y releer y acercarse al alma de un hombre tan sensible y melancólico como lo fue él, conocerlo a profundidad para comprenderlo. Cito  continuación un texto del propio Villaurrutia extraído del libro “Obra Poética” (compilación de Rosa García Gutiérrez, ediciones Hiperión):

“Yo he advertido recientemente otra característica en la que han coincidido varios poetas, simplemente y sin proponérselo: la preocupación de la muerte. No quiero decir que antes no haya sido tratado este tema en la poesía mexicana (…). Pues bien, yo encuentro en la poesía moderna mexicana esta preocupación de la muerte (…). ¿Por qué? Acaso porque en momentos como los que ahora vivimos la muerte es lo único que no le pueden quitar al hombre (…). Si la muerte la llevamos, como decía un poeta, dentro, como el fruto lleva a la semilla. Nos acompaña siempre, desde el nacimiento, y nuestra muerte crece con nosotros. La muerte es también una patria a la que se vuelve; por eso es posible que haya un libro de versos que se llama Nostalgia de la muerte. Nostalgia de lo conocido. La muerte es algo ya conocido por el hombre.”

Quizás, como dije antes, no sea fácil de entender esta concepción tan personal. Lo único que puede deducirse inmediatamente es que Xavier Villaurrutia no le temía a la muerte, por el contrario, fantaseaba con la constante idea de tenerla siempre cerca (incluso dentro de él como lo menciona) y sin desearla fervientemente (en ocasiones parece que sí) la esperaba, estaba consciente de que su cuerpo le pertenecía, que habría de entregárselo algún día. Y ese día fue un 25 de diciembre de 1950. Por fin su anhelada cita tuvo una fecha, y una hora que solamente él conoció. La causa de su muerte es por demás misteriosa.

 

V. LA PARTE MÁS DIFÍCIL: TRATANDO DE EXPLICARLA

Este de la muerte es un tema difícil y delicado para tratar con los niños. En la escuela es muy difícil de explicar. Todo lo que puede uno decirles es que “algún día, dentro de muchos, muchos años, si siempre se portan bien van a ir con Diosito”, sólo que cuando les habla uno del paraíso y de todo lo que hay ahí, ellos empiezan con la idea de que “ya se quieren morir para estar con Dios” y ahí es cuando todo se complica porque sus nociones de temporalidad apenas están siendo construidas y tampoco les puede uno decir que también los niños se mueren. De hecho, el año pasado ni siquiera tuve el valor para decirles que el hámster se había muerto, les dije que lo había llevado a un hospital para hámsteres y que ahí lo estaban cuidando y así pasaron los meses, cada vez que me preguntaban les respondía lo mismo: que el hámster estaba en el hospital. Lo mismo sucede cuando un niño se lleva un pez a casa y se muere sin que se dé cuenta: la mamá corre inmediatamente a comprar otro igual para reponerlo y que al día siguiente su hijo lo lleve al Colegio y ni él ni los demás compañeros se den cuenta de que el animalito se murió. Otras maestras prefieren contarles el cuento de que las mascotas “se van de viaje” cuando se les mueren. Y pues sí, es un viaje que no tiene retorno. Como maestra te toca explicar del tema de la forma más adecuada posible, pero sinceramente yo preferiría que mamá y papá se ocuparan de hablarlo en casa, yo creo que es su responsabilidad.

 

VI. CONCLUSIÓN

Hace 6 años acudí por estas fechas al zócalo y tuve la fortuna de ver la ofrenda gigante que hicieron con flores y otros elementos en los que se destacaba la imagen de la Catrina. Desde entonces no he podido festejar estas fechas “como debe de ser” porque me encuentro lejos de la Ciudad de México, que es en donde de verdad se festeja en grande. Me encantaría estar ahí visitando las ofrendas y altares monumentales que se exponen en el Zócalo, en el Museo de la Ciudad de México y en el CENART entre otros, así como de disfrutar de las actividades relacionadas que se llevan a cabo en Xochimilco y en Panteón de San Fernando. Pero no pierdo las esperanzas, algún día será, mientras tanto he dejado a un lado el deber para sentarme unas cuantas horas a escribir, que es realmente lo que más me gusta hacer en esta vida.

 

Creo que si pudiera hablarle a mi propia muerte, como hacía Xavier Villaurrutia, simplemente le pediría que por favor no me tome por sorpresa: que me vea de frente el último día de mi vida y que me trate con delicadeza: ella ya debe conocer mi fragilidad.

 

Publicado en TRADICIONES | Deja un comentario