LA ALEGRÍA DE SER MEXICANO

De las Bellas Artes mi favorita es la literatura, y dentro de la literatura, la poesía. Es mi vocación, mi esencia, mi pasión, una de las razones más importantes que tengo para vivir.

Sin embargo, hoy quiero hablar de otra de las Bellas Artes, la que considero que destaca de entre las otras por ser la más alegre de todas, de hecho yo diría es la única que se caracteriza por su permanente carácter festivo y gozoso: la danza folclórica.

Como amantes del arte podemos leer un poema, escuchar una canción o admirar una pintura que podrán despertar en nosotros diversos sentimientos, por lo general, de alegría o de tristeza. La danza folclórica en cambio siempre produce en el ánimo sentimientos de júbilo, de dicha, de orgullo, de completa satisfacción.

La danza folclórica es una fiesta llena de color, belleza y movimiento. La celebración más hermosa de cuantas puede haber de lo que significa haber nacido en este país tan hermoso.

Nunca he podido contener el llanto ante la contemplación de un espectáculo tan emotivo como este. Y es irónicamente cierto, que su belleza y festividad me conmuevan hasta el llanto a pesar de ser, como ya dije antes, la única de las Bellas Artes que transmite 100% alegría: la alegría de ser mexicano.

Ver a los danzantes ejecutar sus movimientos con gracia y soltura acompañados de la música me hace pensar que cada vez que lo hacen le declaran su eterno amor a México, con sus cuerpos, con sus miradas, con sus sonrisas y demás expresiones faciales. Me gusta creer que sus largas y arduas horas de ensayos se las dedican con amor a este país, como una pequeña retribución por todo lo que él les da. Que en cada ensayo y en cada ejecución se le entregan con pasión y alegría, con entusiasmo y agradecimiento. ¿Qué forma de amar puede haber más armoniosa y colorida que ésta? Puedo ver los “¡te amo!” en cada zapateo. En cada serpentear de las faldas y manejo de los sombreros puedo leer claramente “¡soy tu hijo y estoy orgulloso de ti!”  Pienso entonces en toda la grandeza del país representada por esos vestuarios, esa música y esos movimientos. Esos pensamientos me estremecen y eso es precisamente lo que me hacen llorar.

Nunca tuve ni tendré la suerte de declararle así mi amor a México, de esta manera corporal y sonora, tan directa. Y no porque no lo haya deseado, pero la combinación de mi timidez y mi falta de talento para las ejecuciones (léase pésima motricidad gruesa y falta de coordinación) harían de mi esfuerzo un torpe intento inútil. Y es que lo mío, mi fortaleza, son las palabras. y por eso con ellas reconozco a la danza folclórica como la más abierta y vistosa manera de demostrar a México cuánto se le ama.

Esta entrada fue publicada en ARTE Y CULTURA. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario